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ANÁLISIS

Levantar la mirada

En una analogía que compara la gestión provincial con capitanear un barco, el autor advierte sobre los desafíos económicos que enfrenta Tucumán y llama a planificar con anticipación políticas que permitan prepararse para el futuro. Sostiene que mientras la Nación avanza con fuerza en su ajuste, la provincia debe mirar más allá del corto plazo y diseñar estrategias para no quedar rezagada.

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Pablo PeroTendencia de noticias
22 oct, 2025 08:44 a. m. Actualizado: 22 oct, 2025 08:44 a. m. AR
Levantar la mirada

Gobernar una provincia tal vez pueda asimilarse a capitanear un barco —aclaro: en ambos casos me falta la experiencia vivencial—, pero les pido que me acepten el juego de la analogía. Las aguas de la economía nacional están muy agitadas: ajustes salariales, recortes en los fondos para obras públicas, quita de aranceles que protegían la producción nacional y un tipo de cambio apreciado. Hasta podría decirse que el Presidente (comandante de la flota), se llevó los botes salvavidas del barco provincial (ya que la Nación retiene hoy fondos que por ley corresponden a las provincias). Un gran capitán cuidará de la tripulación en la tormenta, pero eso no basta, también debe preparar el barco para surcar el futuro.


El capitán del barco comenta seguido que la vio venir: se armó un “fondo anticíclico”, y se prepararon para un mar que terminó siendo aún más bravo de lo esperado. En números: Tucumán fue la sexta provincia que más ajustó el gasto real en 2024 (un 24,3% promedio contra 2023). Luego del sacudón inicial la economía rebotó un poco, pero a medida que el rebote menguaba y entrábamos en un largo invierno económico (empezó en marzo y durará por lo menos hasta noviembre) los gobiernos provinciales decidieron aumentar el gasto para contener a la tripulación, evitando que algún marinero caiga al agua. La Nación siguió férrea en su tesitura: en el primer trimestre 2025 el gasto operativo seguía achicándose, cayó interanualmente un 8% real, y si contamos el gasto en seguridad social diríamos que aumentó sólo un 10% respecto del ajustado 2024.


Resumo: en 2024 hubo un gran ajuste fiscal, y en 2025 recuperación parcial. Nación parece que hará un ajuste permanente. De cada 100 pesos que gastaban en 2023, terminará 2025 gastando entre 60 y 70 (en términos reales). Las provincias recuperaron más, de cada 100 pesos de 2023, están gastando hoy 80 de la misma moneda, y Tucumán cerca de 90. Estimo que esta diferencia en la recuperación del gasto público explica por qué la Nación pudo bajar más de 20 impuestos en lo que va del año, mientras que sólo 4 provincias lograron algo parecido (Chaco, Jujuy, Salta y Mendoza).


Se entiende si el capitán del barco ha decidido que había que ir más despacio, y ser prudente. El comandante de la flota, en cambio, aceleró. Si logra salir de la tormenta llevará la armada argentina a aguas muy prometedoras para algunos, y desafiantes para otros. A mí me preocupa el barco Tucumán. Mientras cuidamos a la tripulación (al menos hasta las elecciones), deberíamos empezar a levantar la vista y otear el horizonte. Temo que la armada avance, y nosotros no estemos listos para lo que se viene. Para actuar en marzo, hay que planificar en septiembre, preparar a la tropa en diciembre, y ejecutar cuando llegue el momento.


Prepararse para el futuro podría incluir varias medidas. Si algunas requieren leyes, sería ideal que se sancionen hoy, con entrada en vigencia más adelante: permitiría planificar, prepararse, y además votar liberados de intereses cortoplacistas. Se podría cerrar las reparticiones públicas que no cumplen funciones efectivas, para eso armaría un programa de retiro o de indemnizaciones especiales, y buscaría congeniar el proceso con un momento de repunte económico. Potenciaría ese momento promoviendo el influjo de capital privado en la construcción de viviendas sociales (con créditos a particulares que pueden ser subsidiados por el Estado). Buscaría también crédito externo para obra pública en infraestructura. Este empujón a la economía permitiría absorber parte de la mano de obra, y el sacudón económico, del cierre de algunas reparticiones. Mejor aún si la tropa está avisada con anticipación. Esto permitiría bajar impuestos, y no perder tanta competitividad frente a las provincias vecinas que ya lo han hecho. Implementaría un programa de mayor corte de bioetanol en naftas, buscaría sumar al NOA. Para potenciar el comercio exterior, habilitaría la zona franca Tucumán. Esencial: establecería un examen final, no vinculante, en todas las secundarias de la provincia, que sirvan de meta e indicador para que cada escuela y profesor pueda medir el desempeño de sus alumnos, y mejorar. Digitalizaría el Estado, y las comisarías. Note el lector que estos son solo algunos ejemplos. Además, ninguna de estas medidas son “institucionalistas”, es decir, ni siquiera requieren restringir el poder del capitán, medidas tan caras a un buen ñoño republicano como este servidor.


La economía que se viene no será tan amable con Tucumán. Otras provincias tienen más suerte, crecerán solitas las mineras cordilleranas, y las petroleras del sur. Crecerán tal vez las agropecuarias del centro, por quita de retenciones. Pero, ¿qué asegura que los tucumanos tengamos un lugar en ese escenario? Este barco, que alguna vez fue la cuna agroindustrial del norte argentino, enfrenta hoy un doble desafío: no tenemos ninguna bendición para las aguas que se vienen y, además, estamos haciendo menos que los vecinos. Tucumán ya es una de las provincias con menor producto per cápita del país. Me gustaría ver un capitán que, además de proteger lo que hay, sueñe con liderar la flota del futuro.


El autor de esta columna es economista, Director de Políticas Públicas de la Fundación Federalismo y Libertad. Consultor para el sector público y privado. Socio de Pizavil.

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