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ANÁLISIS

Cuando la seguridad se impone a las estrategias eventuales

Lo que muchos vieron como una apuesta arriesgada terminó siendo una jugada maestra: Jaldo puso el cuerpo, ordenó al peronismo y salió fortalecido en un escenario nacional adverso.

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Javier GhioTendencia de noticias
27 oct, 2025 05:49 p. m. Actualizado: 27 oct, 2025 05:50 p. m. AR
Cuando la seguridad se impone a las estrategias eventuales

El 17 de agosto marcó el cierre de listas para las elecciones legislativas nacionales. En Tucumán, el gobernador Osvaldo Jaldo tomó una decisión que sorprendió incluso dentro de su propio espacio político: encabezó personalmente la nómina de diputados nacionales, acompañado por referentes territoriales de peso, dirigentes institucionales con amplia trayectoria y figuras con fuerte respaldo político y electoral.


La jugada, arriesgada a primera vista, respondía a una lectura estratégica que con el paso del tiempo demostró ser acertada.


En ese momento, muchos se preguntaban si era necesario desplegar semejante estructura en una elección de medio término. Del otro lado, las fuerzas competidoras presentaban opciones más livianas: outsiders de la política -como en el caso de La Libertad Avanza-, un candidato con buena imagen, pero acompañado por jóvenes sin anclaje territorial -como en el radicalismo- o candidatos que peleaban prácticamente en soledad, tras perder aliados clave -como Fuerza Republicana-. Sin embargo, el resultado del domingo 26 de octubre confirmó que Jaldo había leído correctamente el tablero: la polarización con LLA era inevitable y la estrategia de nacionalizar la elección impulsaría votos hacia los libertarios. No jugar fuerte, en ese contexto, era arriesgar el triunfo electoral en la provincia.


No pasó lo mismo con otros Gobernadores y para muestra basta un botón. Miremos lo que sucedió en Buenos Aires. Hace poco más de un mes, el 7 de septiembre, el peronismo bonaerense había ganado con comodidad una elección intermedia por más de 13 puntos porcentuales sobre LLA. Sin embargo, en la última jornada electoral terminó perdiendo por un punto. La pregunta es: ¿Qué paso? ¿Será el armado de listas de unidad donde la unidad no fue tal? ¿Será que los candidatos no seducían al electorado bonaerense? ¿Será que los dirigentes de los distintos espacios jugaron la personal? La realidad que ante un partido vertical como el peronismo con un electorado que añora el liderazgo individual que los ordene, que marque los límites y se ponga al frente de cada gesta electoral el armado colectivo y colegiado les hizo perder unas elecciones bisagras.


Jaldo hizo lo que debía hacer. Aun cuando algunos sectores le dieron la espalda, priorizó un armado sólido, sin improvisaciones ni concesiones innecesarias. Hoy, los resultados lo respaldan. Los que se marginaron del proceso deberán explicar por qué no acompañaron una estrategia que terminó fortaleciendo al peronismo tucumano en un contexto nacional adverso.


El futuro de La Libertad Avanza en la provincia, en cambio, abre interrogantes. Muchos buscarán sumarse al buen resultado electoral, pero el verdadero desafío será 2027, cuando se disputen los cargos ejecutivos. Allí se pondrá a prueba cuánto logró construir el partido presidencial en el territorio, cuántos acuerdos con intendentes y comisionados puede sellar, y si tiene la capacidad de sostener su estructura más allá del arrastre nacional.


Tucumán podría estar ante el inicio de un escenario bipartidista o, por el contrario, reafirmar su tendencia histórica hacia un partido hegemónico y oposiciones circunstanciales, que emergen y se diluyen más por errores ajenos que por aciertos propios.


El autor es politólogo. Docente de la carrera de Ciencia Política de la Universidad de San Pablo-T

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