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UN FUTURO CON DOS CARAS

Las ambiciones globales de San Miguel se ven opacadas por las deudas locales y su fragilidad financiera

La citrícola tucumana proyecta un crecimiento basado en la estabilidad macroeconómica y la expansión internacional, pero depende de préstamos de sus accionistas para evitar el default y arrastra una deuda millonaria con la Estación Experimental Obispo Colombres, afectando la investigación clave para el sector.

Por Tendencia de noticias

21 jun, 2025 04:21 p.m. Actualizado: 21 jun, 2025 04:21 p.m. AR
Las ambiciones globales de San Miguel se ven opacadas por las deudas locales y su fragilidad financiera

San Miguel, la principal empresa citrícola argentina y líder global en la industrialización del limón, enfrenta un panorama económico marcado por contradicciones. Mientras su CEO, Manuel Suárez Altuna, proyecta un futuro prometedor basado en la estabilidad macroeconómica y la expansión hacia Uruguay y Sudáfrica, la compañía necesitó un préstamo de emergencia de US$15 millones de sus accionistas mayoritarios, las familias Miguens Bemberg y Otero Monsegur, para evitar caer en default ante un vencimiento de Obligaciones Negociables por US$53 millones. A esto se suma una deuda de $1.658 millones con la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) en Tucumán, que compromete la investigación y desarrollo del sector, evidenciando las tensiones financieras de una firma que, a pesar de su liderazgo global, enfrenta serios desafíos locales.


El préstamo de US$15 millones, con un plazo de hasta 48 meses y una tasa de interés del 9,5% nominal anual fija o la Secured Overnight Financing Rate (SOFR) más 520 puntos básicos, busca estabilizar las finanzas de San Miguel, que, según la calificadora FIX SCR, disponía de US$36 millones a mayo de 2025. “De acuerdo a fuentes del sector, esta operación refleja el compromiso de los accionistas con la sostenibilidad de la empresa, que ostenta cerca del 15% del mercado global de limón, pero también pone en evidencia las dificultades financieras del sector citrícola, afectado por precios estancados y costos crecientes”, señalan desde el mercado. La posibilidad de capitalizar la deuda en acciones ordinarias clase B o preferidas, a un precio basado en el promedio de los últimos 10 días hábiles, subraya la dependencia de la empresa de sus propios dueños para mantener su operatividad.


En contraste, Suárez Altuna destacó en una entrevista con El Cronista los resultados positivos de la reconversión de San Miguel hacia la industrialización del limón: “Tomamos la decisión de salir del negocio de fruta fresca para focalizarnos en la producción de ingredientes naturales. En ese negocio, San Miguel es el procesador número uno a nivel mundial, ya que, con 380.000 toneladas procesadas entre nuestros tres orígenes (Uruguay, Argentina y Sudáfrica), centralizamos el 16% del market share mundial”. El CEO proyecta alcanzar un 20% del mercado global en dos años, cuando las plantas de Uruguay y Sudáfrica, inauguradas en 2023, alcancen su madurez, procesando 450.000 toneladas. Sin embargo, esta ambición choca con la realidad financiera: la necesidad de un préstamo de emergencia pone en duda la capacidad de la empresa para sostener su expansión sin apoyo externo.


Optimismo macroeconómico versus debilidad local


Suárez Altuna atribuye las perspectivas de crecimiento a un contexto macroeconómico favorable en Argentina: “Creemos que las recientes medidas económicas del Gobierno, como la salida del cepo, nos favorecieron como exportadores. Incluso antes, decisiones como la eliminación del impuesto PAIS, nos facilitó bastante la operación”. Además, resaltó el interés de entidades financieras globales: “Desde el último trimestre del año pasado, empezamos a recibir visitas que me hicieron recordar la época de la convertibilidad, cuando empezaron a aparecer diferentes bancos internacionales porque preveían que iba a haber condiciones de fácil ingreso y egreso de capitales”. No obstante, estas declaraciones contrastan con la realidad de una empresa que depende de sus accionistas para evitar el default y enfrenta desventajas competitivas frente a países con menores costos operativos.


La expansión hacia Uruguay y Sudáfrica, aunque estratégica, debilita la capacidad productiva en Tucumán, donde San Miguel enfrenta mayores costos y desafíos logísticos. “La buena noticia fue que, desde los ingresos, el resultado mejoró, por lo que se compensa la pérdida de competitividad de la Argentina por un tema de costos”, afirmó Suárez Altuna, minimizando el impacto del contexto local. Sin embargo, la inversión en plantas extranjeras, como las 72.000 toneladas proyectadas en Uruguay y 62.000 en Sudáfrica para este año, desvía recursos que podrían fortalecer la producción local, afectando la competitividad frente a otros países que cuentan con estructuras de costos más eficientes.


Un obstáculo adicional es la deuda de $1.658 millones que San Miguel mantiene con la EEAOC, parte de los $7.000 millones adeudados por cuatro grandes citrícolas desde 2015, según la Ley 5.020, que obliga a aportar el 5% de la producción industrializada para financiar investigaciones. Esta mora, que llevó a un fallo en contra de las citrícolas por la Corte Suprema de Tucumán, compromete la capacidad de la EEAOC para desarrollar innovaciones que beneficien al sector. Las empresas, incluida San Miguel, solicitaron la intervención del gobierno nacional, pero el ministro Federico Sturzenegger y el gobernador Osvaldo Jaldo rechazaron sus pedidos, dejando la deuda sin resolución.


Contrariedades


La falta de pago afecta directamente la investigación y desarrollo, esenciales para mejorar la competitividad del sector citrícola. Mientras Suárez Altuna asegura que “estamos permanentemente buscando nuevas alternativas al mismo procesamiento del limón” y explorando nuevos productos, el desfinanciamiento de la EEAOC limita el acceso a innovaciones que podrían optimizar la producción local y contrarrestar las desventajas competitivas.


A pesar de los avances reportados, con un EBITDA (Ganancias antes de Intereses, Impuestos, Depreciación y Amortización) de US$9 millones en 2024 frente a una pérdida en 2022, y planes para una nueva oferta de acciones en el segundo semestre de 2025 por US$10-15 millones, la situación financiera de San Miguel sigue siendo frágil. La dependencia de los accionistas, la deuda con la EEAOC y la dispersión de recursos en plantas extranjeras generan dudas sobre la sostenibilidad de su modelo. Mientras el CEO proyecta un crecimiento basado en contratos a largo plazo y estabilidad macroeconómica, la realidad revela una empresa que lucha por equilibrar sus ambiciones globales con las limitaciones locales, en un contexto donde la investigación y la competitividad del sector citrícola tucumano están en juego.


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