Sin las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), que funcionaban como un sistema de alerta temprana, la política llegará a la elección del 26 de octubre a tientas. Esa incertidumbre, además, se potencia por el debut de la Boleta Única de Papel (BUP), que le quita el sueño al peronismo, fundamentalmente. A priori, demasiados riesgos para ser dirimidos en un “mata-mata” a único domingo que puede signar la dinámica de la Argentina, y de Tucumán, por los próximos dos años.
A partir de 2011, cuando debutaron las internas abiertas, las experiencias permitieron a los actores -en la mayoría de los casos- recalcular movimientos y estrategias en el tránsito entre agosto y octubre, según lo que dictaminaron las urnas en la primera cita. También hubo situaciones, como la de Mauricio Macri en 2019, en la que las PASO significaron el final abrupto y anticipado de su presidencia. A partir de aquellas Primarias, todas las variables económicas de su gestión se derrumbaron y el desenlace fue un tobogán que derivó en la vuelta al poder del kirchnerismo, con el mal experimento de Alberto Fernández-Cristina Fernández. Sin ir más lejos, las PASO de 2023 instalaron al actual presidente. Porque hasta agosto de ese año, todos hablaban de la extravagancia de Javier Milei pero pocos dudaban de la solidez de su postulación. En esa elección, La Libertad Avanza se quedó con el 30% de los votos del país. ¿Qué hubiera sido de Milei si directamente se el calendario electoral lo depositaba en las generales de octubre, cuando terminó casi siete puntos abajo de Sergio Massa? Las PASO, claramente, fueron un empujón para sostenerlo frente al aparato del justicialismo.
En Tucumán también hay una experiencia interesante. En 2021, Osvaldo Jaldo tuvo que utilizar las PASO para dirimir el poder con Juan Manzur. Aunque perdió en la interna a cielo abierto del justicialismo, las Primarias le permitieron avisarle al manzurismo que dos años después iría por la sucesión de su entonces compañero de fórmula.
Empujado a la unidad
Cuatro años después y ya como gobernador, Jaldo vuelve a ser candidato a diputado nacional, aunque en este caso sin PASO. Esa circunstancia también implicó un cambio en la estrategia del jaldismo. Para evitar la fuga de votos peronistas, el gobernador se vio obligado a forjar una unidad circunstancial con sus rivales internos. Con el sistema de Primarias vigente, el peronismo seguramente hubiera resuelto sus diferencias en las urnas. Pero, además de no tener esa chance, Jaldo debió ponerse al frente de la batalla como candidato testimonial por un par de motivos. Entre los principales, evitar una derrota del Partido Justicialista bajo su conducción en Tucumán y, el más importante, revalidar su liderazgo para frenar los murmullos internos; en particular, con la mira en 2027.
Así las cosas, vale preguntarse qué puede pasar a partir del 27 de octubre en el oficialismo tucumano. Hasta aquí, las encuestas que maneja la Casa de Gobierno son alentadoras. En parte, ayudado por una coyuntura política de debilitamiento de la figura presidencial y de cansancio de un sector de la sociedad, que esperó sin éxito mejoras en su calidad de vida en estos casi dos años libertarios. Hugo Haime, ya nuevamente con acceso irrestricto al primer piso de 25 de Mayo y San Martín, plantea un escenario demasiado optimista.
Según el consultor, el frente Tucumán Primero camina hacia un triunfo sin atenuantes frente al mileísmo. Incluso, en un distrito hostil para el justicialismo como San Miguel de Tucumán. Ese análisis le fue transmitido primero al propio gobernador, hace ya 10 días, y ratificado luego a la otra pata de la sociedad peronista. En una reunión con el senador Manzur y otros referentes de ese sector, Haime mencionó dos datos trascendentes. El primero, que tras la unidad conseguida en el peronismo tucumano no hubo una sangría de votos del PJ hacia otras expresiones. Es decir, primó más el sentimiento antimileísta entre los espacios más radicalizados que el enojo de las bases con Jaldo por haber sido durante un año y medio “dialoguista” con Milei. El segundo dato está referido a la Capital: el número de votos que el peronismo de esta ciudad podría aportar al oficialismo incluso supera, al menos hasta la semana pasada, a los que podrían aportar secciones históricamente justicialistas, como Este y Oeste.
Es interesante, porque en este punto hay una coincidencia en un trabajo efectuado por la consultora local Meraki, que en líneas generales avizora un empate técnico. “LLA y el kirchnerismo son las identidades predominantes entre quienes residen en grandes centros urbanos (Capital) mientras que LLA es particularmente relevante en el interior de la provincia (43%). El Peronismo no kirchnerista presenta su mejor desempeño en el Gran San Miguel de Tucumán”, plantea el documento. Curioso: por primera vez, el justicialismo no encuentra su fortaleza en el interior, sino en los grandes centros urbanos.
Frente a este panorama se entiende la “obsesión” de Jaldo por consolidar el apoyo en la Capital. Sin un candidato fuerte de esta sección electoral en la lista, la obtención de un triunfo tendría un sabor especial; en particular por el rechazo público de la intendenta Rossana Chahla a las postulaciones testimoniales.
Milei, la corrupción y las percepciones
La percepción que tienen en el oficialismo tucumano tiene su correlato nacional. En una medición federal realizada entre el 17 y el 24 de septiembre, aún sin contemplar las novedades desde Estados Unidos, Haime halló un 60% de desaprobación hacia la gestión de Milei, frente a una aprobación del 37%. Pero no sólo la marcha del gobierno libertario aparece en rojo en ese trabajo, sino también la reputación del propio Presidente: un 55% cree que es culpable de los hechos de corrupción que se mencionan y un 35% que son denuncias falsas. Respecto de lo que puede pasar el 26 de octubre, esos porcentajes se repiten: un 59% planea votar a candidatos opositores para que el Congreso le ponga un freno al jefe de Estado, mientras que un 37% votaría a los candidatos de Milei.
Por supuesto, aún resta el último mes de campaña y la realidad es que La Libertad Avanza recuperó la iniciativa política la semana pasada. A partir de este lunes se sabrá si el Presidente es capaz de capitalizar electoralmente el salvataje político y económico que le ofreció su amigo Donald Trump. Milei promete recorrer una docena de provincias, entre las que no aparece Tucumán. De por sí, otro dato curioso: si las encuestas libertarias hablan de un empate técnico, ¿por qué no reforzar la campaña para buscar el triunfo? Para algunos, puede tratarse de un resabio de los tiempos en los que el gobernador-candidato era parte del pelotón de los héroes que sostenían medidas libertarias.
Más allá de las especulaciones, lo único cierto es que Jaldo no puede darse el lujo de perder en su tierra con La Libertad Avanza. Y la decisión de tomar licencia en el cargo para dedicarse a tiempo completo a recorrer barrios y pueblos tucumanos grafica esa trascendencia. Incluso algunos peronistas, que dudan de las encuestas, analizan esta licencia como una demostración de debilidad, de temor o de presión del mandatario. En alguna medida, es otra de las consecuencias de que no haya habido PASO y de que buena parte del futuro político e institucional local vaya a resolverse en un mano a mano sin posibilidad de revancha. Porque quien caiga el 26 de octubre, difícilmente podrá levantarse.