
La impresionante y sorpresiva marea libertaria que barrió el país en las elecciones legislativas de medio término dejó en una posición de extrema fragilidad a la mayoría de los gobernadores, quienes enfrentarán las próximas negociaciones con Casa Rosada desde un lugar de debilidad inédita. De los 23 mandatarios provinciales —excluyendo al jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri—, solo nueve lograron imponer sus fuerzas en sus distritos, un dato que transforma el mensaje nacional en un plebiscito doble: contra la gestión central y, de manera indirecta, contra los liderazgos locales.
Entre los más golpeados figuran los integrantes de Provincias Unidas (PU), el bloque que venía articulando reclamos conjuntos ante la Rosada. En total, los mandatarios que integran el frente consiguieron 5,1% de los votos a nivel nacional y sumaron siete bancas en el Congreso. Lejos del 15% al que aspiraban. El cordobés Martín Llaryora y el santafesino Maximiliano Pullaro, titulares de dos distritos de peso electoral y voceros principales de esa alianza, sufrieron derrotas contundentes ante La Libertad Avanza por amplias diferencias. Sus planteos por mayor coparticipación y fondos ahora suenan debilitados.
El caso de Osvaldo Jaldo en Tucumán ilustra el giro táctico que permitió sobrevivir al tsunami libertario. Durante los primeros dos años de gestión mileísta, el tucumano mantuvo un alineamiento pragmático con el Presidente, sellando un “contrato institucional”. Sin embargo, avanzada la contienda electoral, Jaldo se desligó progresivamente de esa sintonía y apeló a su olfato político provincial: selló una alianza con los sectores más duros del kirchnerismo para reforzar el espacio Tucumán Primero, logrando así uno de los nueve triunfos oficialistas con eje el peronismo.

Los gobernadores que resistieron la embestida fueron, además del tranqueño, Raúl Jalil (Catamarca), Gustavo Valdés (Corrientes), Gildo Insfrán (Formosa), Sergio Ziliotto (La Pampa), Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y los tres aliados electorales de LLA: Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Alfredo Cornejo (Mendoza) y Leandro Zdero (Chaco). San Luis constituye un caso aparte: Claudio Poggi no presentó lista propia y anticipó su voto por el oficialismo nacional.
En el otro extremo, los partidos provinciales que solían ratificar hegemonía territorial sufrieron reveses significativos. Rolando Figueroa (Neuquén), Claudio Vidal (Santa Cruz, donde triunfó el kirchnerismo), Gustavo Sáenz (Salta), Oscar Herrera Ahuad (Misiones) y Alberto Weretilneck (Río Negro) no lograron consolidar su poder. En San Juan, Marcelo Orrego quedó segundo detrás del peronismo; en Chubut, la fuerza de Ignacio Torres finalizó tercera.
Con la mirada puesta en las bancas que ingresarán al Congreso, Casa Rosada mantendrá la necesidad de aliados para garantizar la “gobernabilidad” que exigen el Tesoro de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional. En un cambio de tono respecto de su habitual confrontación, Milei destacó en su discurso la alegría de que en numerosas provincias las segundas fuerzas hayan sido los oficialismos locales. “Confío en que con los legisladores que ingresaron por esos partidos podremos sentarnos a conversar”, expresó, abriendo una puerta a negociaciones que hasta hace poco parecían cerradas.

Los números de la legislativa presionan a los mandatarios a “colaborar” con el oficialismo en el Parlamento. Durante la campaña, el Presidente recorrió distritos exigiendo acompañamiento para avanzar con las reformas de segunda generación —laboral, tributaria y previsional— que permanecen estancadas. Incluso iniciativas consensuadas por los gobernadores, como la nueva distribución de Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y la modificación del reparto del impuesto a los combustibles, naufragaron: la primera fue vetada por Milei; la segunda aún se debate sin horizonte.
Entre los kirchneristas, las derrotas fueron duras: Axel Kicillof en Buenos Aires y Gustavo Melella en Tierra del Fuego. Sergio Ziliotto salvó La Pampa gracias al triunfo en Santa Rosa, mientras Ricardo Quintela se impuso en La Rioja. Gerardo Zamora, quien dejará su cargo en diciembre en Santiago del Estero, fue otro vencedor; único firmante del Pacto de Mayo entre los K, mantuvo guiños legislativos hacia LLA y reuniones frecuentes con Guillermo Francos.
El resultado dominical inaugura una etapa de cruces inevitables entre Milei y los gobernadores. La expectativa oficialista era reestablecer puentes tras la legislativa con aquellos que apoyaron proyectos clave en el Congreso, pero que se distanciaron por la cercanía electoral y los problemas económicos nacionales. Ahora, con 14 mandatarios en minoría, la Rosada parte con ventaja para imponer su agenda.