
En medio de la creciente demanda mundial por soluciones energéticas limpias, el bloque del Mercosur Ampliado posiciona sus biocombustibles como eje de una transición sostenible, pero choca frontalmente con la Unión Europea por regulaciones que amenazan el flujo comercial. Organizaciones agropecuarias regionales elevaron la voz contra políticas unilaterales que, según denuncian, socavan décadas de negociaciones y el potencial de la región para liderar en bioenergía y mitigación climática, justo antes de la COP 30 en Brasil.
La bioeconomía emerge como un frente clave en la agenda del Mercosur Ampliado, donde la producción integrada de alimentos y energías renovables se presenta como modelo viable para el planeta. En este sentido, la Federación de Asociaciones Rurales del Mercosur Ampliado (FARM) subrayó el rol primordial de los biocombustibles en la lucha contra el calentamiento global, abogando por su reconocimiento como herramientas decisivas. "FARM reconoce el papel estratégico de la bioenergía y los biocombustibles en la transición energética global. El modelo del MERCOSUR Ampliado demuestra que es posible producir alimentos y energía de manera integrada y sostenible", afirma el comunicado emitido por la entidad, integrada por asociaciones de peso como la Asociación Rural del Paraguay (ARP), la Asociación Rural del Uruguay (ARU), la Confederação da Agricultura e Pecuária do Brasil (CNA), la Confederación de Ganaderos de Bolivia (CONGABOL), la Confederación Agropecuaria Nacional de Bolivia (CONFEAGRO), la Federación Colombiana de Ganaderos (FEDEGAN), la Federación Rural-Uruguay (FR), las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), la Sociedad Nacional de Agricultura-Chile (SNA), la Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Sociedade Rural Brasileira (SRB).

Entre los ejemplos destacados, figuran el etanol derivado de caña y maíz, el biodiesel a base de soja, y los combustibles de aviación sostenibles (SAF), que no solo mitigan emisiones sino que también impulsan la seguridad energética regional. La FARM extendió esta visión a la diversificación del sector agropecuario, promoviendo inversiones en generación eléctrica renovable que podrían transformar a los productores en exportadores netos a través de infraestructuras existentes. "El desarrollo de granjas agroenergéticas permite alcanzar el ODS #7 'Energía accesible y no contaminante'", precisó el documento, que vincula estos avances con la preservación de biomas y la innovación tecnológica para una acción climática efectiva.
Este posicionamiento cobra urgencia en la víspera de la Cumbre sobre Cambio Climático COP 30, programada para Belem, Brasil, donde la FARM repudia explícitamente medidas unilaterales europeas como el Pacto Verde, vistas como interferencias en la soberanía productiva del bloque. La federación defiende que "la agricultura del Mercosur Ampliado es esencial para mitigar el cambio climático y para promover sistemas de producción sostenibles. El bloque destacó el papel de las políticas agropecuarias que incentivan prácticas de bajas emisiones, altas captura de carbono, la preservación de biomas y la innovación tecnológica como herramientas centrales para la acción climática". Además, insistió en la necesidad de alinear las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs) del Acuerdo de París con realidades locales, proponiendo ajustes inmediatos en las métricas para evitar distorsiones. "Es imprescindible, por lo tanto, que las metas nacionales sean construidas en conjunto con el sector productivo, visibilizando soluciones prácticas a los desafíos globales", enfatizaron, recordando que la agricultura no es mero problema, sino "también cumple un rol central en la solución" al calentamiento global.
Contexto mundial desafiante
En sintonía con esta ofensiva, pero centrada en el comercio bilateral, el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) lanzó un rechazo rotundo a las "salvaguardias agrícolas" propuestas por la Comisión Europea en el marco del inminente Acuerdo de Asociación Mercosur-UE. Aunque respaldó firmemente el pacto por sus beneficios en comercio, cooperación e inversiones –especialmente en un escenario geopolítico volátil–, el CAA calificó la iniciativa como un obstáculo arbitrario. "Las entidades signatarias reiteramos nuestro apoyo a la firma del Acuerdo de Asociación entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), el cual traerá aparejado múltiples beneficios sistémicos y específicos para ambas partes, tanto en materia de comercio, cooperación como inversiones. Este Acuerdo de Asociación siempre ha sido estratégico, pero adquiere una magnitud especial teniendo en cuenta el actual contexto geopolítico global altamente desafiante", inicia el texto del consejo.
Sin embargo, el tono se endurece al denunciar inconsistencias con las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el espíritu del acuerdo. "Expresamos nuestro claro rechazo al proyecto de Reglamento elaborado por la Comisión Europea para implementar salvaguardias bilaterales en materia de productos agrícolas. El mismo busca limitar arbitrariamente nuestras exportaciones de forma inconsistente con las reglas del Acuerdo de Asociación y de la Organización Mundial del Comercio (OMC), generando imprevisibilidad e incertidumbre en el intercambio de esta clase de productos, es decir, exactamente lo opuesto a lo promovido en el Acuerdo próximo a firmarse con la UE", argumentó el CAA. Estas medidas, excepcionales por definición, no deberían aplicarse a volúmenes limitados por contingentes arancelarios, que apenas rozan el 2% del mercado europeo. "En pocas palabras, no hay forma de causar un 'daño grave a la industria europea' con exportaciones Mercosur que solo representen una participación de mercado del nivel antes mencionado", replicaron.

El Consejo repasó el largo proceso negociador –más de dos décadas– que blindó productos sensibles mediante exclusiones, liberalizaciones graduales o contingentes, asegurando un equilibrio delicado de concesiones. "Durante más de 20 años de negociaciones, tanto la UE como Mercosur tomaron todos los recaudos para abordar el tratamiento adecuado a sus productos 'sensibles', lo cual se refleja en el texto del Acuerdo de Asociación. En el caso de la UE, hay productos excluidos del Acuerdo, productos incluidos en canastas de liberalización a 10 años, otros con rebajas arancelarias parciales y finalmente, algunos donde solo se otorgaron rebajas arancelarias a través de contingentes. De esta manera, tanto la UE como Mercosur han sido debidamente diligentes en el Acuerdo para evitar que estos productos se vean afectados", detalló. Cualquier alteración, advirtió, "menoscaba el objetivo central del Acuerdo: aumentar y diversificar el comercio entre las Partes sobre la base de un marco regulatorio previsible y transparente", frustrando expectativas legítimas y el pleno uso de preferencias arancelarias. "En este contexto, la propuesta menoscaba las legítimas expectativas del Mercosur de hacer un uso pleno de las preferencias arancelarias obtenidas, incluyendo aquellas que han sido limitadas a través de contingentes arancelarios. Estas preferencias han sido consensuadas a partir de un complejo y delicado equilibrio de concesiones que demandó décadas de negociación y por lo tanto, deberían ser respetadas", concluyó el comunicado, firmado por entidades, entre otras, como el Centro Azucarero Argentino y la Asociación Citrícola del Noroeste Argentino (ACNOA).
Estos pronunciamientos paralelos, aunque independientes, convergen en un reclamo unificado: la región sudamericana, con su vasto potencial agroindustrial, no tolerará regulaciones asimétricas que prioricen agendas europeas sobre alianzas equitativas, en un momento en que el mundo precisa tanto alimentos como energías verdes para sortear la crisis climática.