
La Universidad Nacional de Tucumán (UNT) es sede del IV Congreso Internacional de Agua, Ambiente y Energía, organizado por la Asociación de Universidades Grupo Montevideo (AUGM). El encuentro reúne a investigadores, docentes y estudiantes de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia para reflexionar sobre los desafíos comunes que enfrenta la región en torno a los recursos naturales y el desarrollo sostenible.
En el marco de este congreso, el ingeniero agrónomo Santiago Sarandón, profesor titular de la cátedra de Agroecología de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y presidente honorario de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SocLA), ofreció una conferencia plenaria en la que expuso la inviabilidad del sistema agroalimentario global, proponiendo un cambio radical hacia la agroecología como única vía de sustentabilidad.
Sarandón destacó la agricultura como una actividad crítica para la supervivencia humana, señalando que "es quizá la actividad humana más importante que tenemos". Sin embargo, esta actividad esencial tiene un impacto desmedido en el planeta: "es la actividad humana que ocupa más superficie en el planeta Tierra, más de la mitad de todos los territorios terrestres son sistemas agropecuarios y es la que consume más agua: el 70% del agua que se consume es para esta actividad".

El experto advirtió que la actividad, si bien no se puede suprimir, debe ser sustentable. No obstante, el modelo vigente —descrito como "simplificador de pocas cosas productivistas, donde casi el rendimiento es lo único que interesa y con una visión a corto plazo"— generó graves consecuencias.
Este enfoque se tradujo en un panorama de monocultivo, donde una gran parte de la energía consumida proviene de solo 15 especies comestibles. En Argentina, las tres principales especies (soja, trigo y maíz) abarcan el 82% de toda la superficie sembrada, una tendencia que se replica en países como Brasil.
La falla del modelo químico
De acuerdo a la visión del especialista, la baja diversidad de cultivos y genética "creó una enorme vulnerabilidad ecológica, generando una proliferación de plagas y malezas". Frente a estos problemas, el modelo tradicional de la agronomía solo pregunta: "ingeniero ¿qué le pongo?".
Esta respuesta llevó a un incremento alarmante en el uso de plaguicidas: en Argentina se pasó de 73 millones de litros en 1995 a 600 millones de litros en 2022. A pesar de esta masiva aplicación, la resistencia de plagas y malezas es un tema "super recurrente".
Sarandón enfatizó que el problema no es la aplicación deficiente, sino el fracaso conceptual: "lo que estamos viendo de todos estos problemas socioambientales es el signo inequívoco del derrumbe del colapso del fracaso de un modelo equivocado".

Frente a este panorama que es "ecológicamente inviable" y "socialmente inaceptable", la agroecología se presenta como una "nueva agronomía" que requiere "barajar y dar de nuevo". No se trata solo de ser más eficiente con nuevas tecnologías, sino de un cambio de paradigma.
"La agroecología busca reequilibrar la sustentabilidad, que debe ser una fluctuación entre objetivos económicos y productivos, y las dimensiones ambientales y sociales. La propuesta clave de este enfoque es la restauración de los sistemas de biodiversidad, que permiten fortalecer procesos ecológicos naturales (como la regulación de plagas y la polinización) que se perdieron con el monocultivo, evitando así sustituirlos por insumos químicos", subrayó el expositor.
El investigador señaló que la transición es compleja y prolongada, pero posible, citando un análisis de inteligencia artificial que concluyó que adoptar la agroecología a nivel mundial traería "una mejor sostenibilidad ambiental, seguridad alimentaria, y que sería más rentable al reducir costos".
Finalmente, el especialista hizo un llamado a la sociedad, destacando que "el poder del consumo del nosotros consumidores es enorme y hay que entender el rol que cumplimos". La elección de compra, sostuvo, "moldea paisajes", siendo fundamental para impulsar un sistema agroalimentario más justo y resiliente.