
Un exhaustivo análisis del sector agropecuario argentino, publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en su informe "Productividad agrícola en América Latina y el Caribe: Lo que sabemos y hacia dónde nos dirigimos", enciende una luz de alerta sobre el motor de la economía nacional. El documento señala que, aunque la producción total del campo se ha multiplicado por casi seis veces entre 1961 y 2022, el avance de la Productividad Total de los Factores (PTF) en ese lapso fue de apenas el 1,78% anual promedio.
La principal conclusión es clara: el incremento de la producción, que creció a un ritmo del 2,6% anual, se explica en gran medida por la mayor utilización de recursos —tierra, mano de obra, fertilizantes, maquinaria, agua y agroquímicos—, y no por una mejora significativa en la eficiencia o la innovación.

"Ese diferencial muestra que una parte significativa del crecimiento provino del incremento en el uso de insumos y no de mejoras tecnológicas o de eficiencia productiva."
Esta dependencia de la expansión de insumos coincidió con una marcada desaceleración en la eficiencia productiva. El período de mayor crecimiento se registró en la década de 1990, con un 3,29% anual, pero en la última década el ritmo cayó drásticamente al 1% anual. El BID sostiene que estos cambios en la productividad se relacionan directamente con las "políticas comerciales, fiscales y regulatorias que afectan al sector".
El informe arroja un dato contundente extraído del microanálisis del Censo Nacional Agropecuario 2018: la eficiencia técnica promedio del sector se encuentra en torno al 50%. Esto significa que los productores están operando solo a la mitad de su capacidad potencial.
El análisis de eficiencia, realizado mediante un modelo de frontera estocástica en seis provincias clave (que concentran más del 70% del área de granos), reveló un inmenso margen de mejora en la gestión interna de las explotaciones agropecuarias.
"La eficiencia técnica promedio estimada es de aproximadamente el 50%, lo que indica que los productores actualmente operan a solo la mitad de su potencial. Esto subraya la oportunidad de aumentar los rendimientos optimizando las prácticas actuales en lugar de incrementar las cantidades de insumos."
Eje en el agro
El hallazgo implica que las mayores ganancias de productividad podrían lograrse a través de una mejor gestión de las tecnologías ya existentes, en lugar de seguir expandiendo la frontera agrícola o incrementando indefinidamente la compra de insumos. Este potencial de mejora es transversal, ya que el estudio "no encontró una variación significativa en la eficiencia técnica según el tamaño de las parcelas".
El documento tiene como objetivo principal "presentar estimaciones actualizadas de los niveles de eficiencia total agrícola en la Argentina", información que resulta clave para "identificar oportunidades para un uso más efectivo de los recursos y fortalecer la competitividad a través de políticas específicas”.
Históricamente, el sector agrícola es crucial para la economía argentina, representando casi el 60% del valor total de las exportaciones y aproximadamente el 8% del PBI (INDEC, 2025). Dentro del agro, los cultivos han sido el principal vector de crecimiento:
La producción de granos creció a una tasa anual del 2,93%.
La producción ganadera, en contraste, avanzó solo un 0,95%.
Esta transformación se refleja en los volúmenes de producción: “En 1990, la producción total de granos era de 40 millones de toneladas, mientras que en 2024 alcanzó 140 millones”, un salto cercano al 250%. Hoy, los cultivos representan el 70% del valor total de la producción agropecuaria, mientras que la producción de carne vacuna se mantuvo estancada en alrededor de 3 millones de toneladas anuales por décadas.

La comparación histórica muestra cómo se modificó la contribución relativa de ambos complejos al PBI agropecuario, pasando de aportar partes similares en la década de 1960 a una dominancia absoluta de los cultivos.
El informe del BID enfatiza que el país, a pesar de poseer uno de los sistemas agrícolas más dinámicos de América Latina, enfrenta el desafío de "volver a acelerar la productividad" en un contexto global que demanda mayor eficiencia y sostenibilidad.
La tendencia actual de crecer más por sumar insumos que por multiplicar la eficiencia señala la necesidad de políticas específicas orientadas a impulsar la Productividad Total de los Factores (PTF). Estas medidas incluyen:
Mejoras en la gestión de suelos, desarrollo tecnológico y genética.
Fomento de la digitalización en el campo.
Inversión en infraestructura y eliminación de cuellos de botella logísticos.
Finalmente, el organismo hizo un llamado a las autoridades a mejorar la base de datos del sector: “Las inversiones deben priorizar la mejora de la disponibilidad y la accesibilidad de información detallada sobre producción, insumos, precios, acceso a tecnologías, adopción de prácticas y características socioeconómicas”, ya que la disponibilidad pública de datos confiables es esencial para el diseño de políticas efectivas.