El 24 de septiembre de 1812, en el Campo de las Carreras, las fuerzas patriotas al mando de Manuel Belgrano se enfrentaron al ejército realista de Pío Tristán, superado en número pero fortalecido por el apoyo popular. La batalla, que muchos historiadores definen como “la más criolla de todas”, permitió frenar el avance enemigo y consolidar la Revolución de Mayo en un momento crítico.
La estrategia de Belgrano fue tan audaz como arriesgada: desobedeció las órdenes del Triunvirato, que pretendía retroceder hacia Córdoba para proteger la Capital. A pesar de estar en inferioridad numérica y de desobedecer las órdenes del Triunvirato, el general Manuel Belgrano se alzó como un líder audaz y estratégico que supo unir al pueblo tucumano para detener al ejército de Pío Tristán. Este enfrentamiento, que muchos historiadores consideran la batalla que "salvó la Revolución de Mayo", no solo fue una victoria militar, sino también un acto de gran simbolismo y resistencia popular.
Al llegar a Tucumán, Belgrano fue recibido por una población comprometida a luchar por la independencia. El 24 de septiembre, tras días de enfrentamientos previos en la zona, las fuerzas patriotas y realistas se encontraron en lo que se conocería como el Campo de las Carreras.
Con el respaldo del Cabildo de Tucumán y la participación de gauchos tucumanos y salteños, organizó la defensa local. Incluso factores inesperados, como un incendio en los pastizales y la aparición de una manga de langostas, contribuyeron a desorganizar al enemigo y fortalecer la ofensiva patriota.
La caballería gaucha, con cargas decisivas, desorientó al ejército realista y facilitó la captura de prisioneros, armas y banderas. Como muestra de gratitud, Belgrano consagró la victoria a la Virgen de la Merced, a quien proclamó patrona del Ejército del Norte. Este gesto no solo fortaleció la moral de las tropas, sino que también vinculó la gesta militar con la fe popular.
La victoria de Tucumán no solo impidió la pérdida del norte argentino, sino que también abrió el camino hacia la Batalla de Salta y, más tarde, hacia la Declaración de la Independencia de 1816. Con su liderazgo, Belgrano demostró que la causa de la libertad era posible y dejó una huella imborrable en la historia nacional.