El proceso de selección para las residencias médicas en Argentina enfrentó un nuevo capítulo tras confirmarse que ninguno de los 117 aspirantes convocados a revalidar sus notas del examen del 1° de julio pasado logró igualar su calificación original. Así lo anunció el vocero presidencial Manuel Adorni en conferencia de prensa, destacando la gravedad de las irregularidades detectadas: “En la mayoría de los casos la diferencia entre la nota original y la del segundo examen es absolutamente escandalosa”. La medida, impulsada por el Ministerio de Salud, responde a la necesidad de garantizar la idoneidad de los profesionales que ingresarán al sistema de salud, priorizando el mérito y la transparencia.
El segundo examen, realizado el jueves en el Palacio Libertad (ex CCK), contó con estrictos controles para evitar irregularidades, incluyendo la prohibición de dispositivos electrónicos y supervisiones incluso para ir al baño. Según Adorni, de los 117 médicos que se presentaron, 109 eran extranjeros, y solo ocho provenían de universidades argentinas. Entre los casos más notorios, se encuentra un aspirante ecuatoriano denunciado ante la Justicia por presuntamente haber utilizado anteojos inteligentes y un celular para obtener respuestas durante el primer examen: de los 92 puntos que se sacó el 1° de julio, cayó a 63 en el examen de este jueves.
El ministro de Salud, Mario Lugones, celebró la rigurosidad del proceso a través de un mensaje en redes sociales, donde enfatizó que “defender el mérito es garantizar la calidad médica”. Lugones explicó que “los resultados son más que claros: ninguno de los médicos que debían revalidar la nota obtenida en el examen de ingreso a residencias pudieron hacerlo”, y destacó que, de los 141 convocados inicialmente por sospechas de fraude, 24 ni siquiera se presentaron. “Con esta medida, evitamos que 141 personas —133 de ellas extranjeras— ocupen lugares privilegiados en la orden de mérito que no les correspondía”, agregó, subrayando que “en Medicina, el ingreso se gana con conocimiento y esfuerzo. Detrás de cada guardia, diagnóstico y urgencia, hay vidas en juego”.
La convocatoria a esta segunda prueba se originó tras un análisis exhaustivo del Ministerio de Salud, que identificó a 268 aspirantes con notas sospechosamente altas en el examen inicial, de los cuales 127 fueron eximidos tras un segundo tamizaje que evaluó sus antecedentes académicos. Los 141 restantes fueron citados para rendir nuevamente, pero solo 117 asistieron, representando el 83% de los convocados. La Disposición 61/2025, publicada el martes en el Boletín Oficial, estableció los criterios de la nueva evaluación, diseñada para medir “el conocimiento y su aplicación, así como también la comprensión de los mecanismos fisiopatológicos, diagnósticos y terapéuticos, la construcción de diagnósticos diferenciales lógicos, la fundamentación de decisiones clínicas, la integración de saberes, la claridad en la expresión, y el sostenimiento de principios éticos en las respuestas”.
"Más difícil"
El examen, compuesto por 100 preguntas de un punto cada una, exigía marcar las respuestas correctas con tinta negra y un criterio específico. Según la normativa, “se considerará un posible desvío de hasta 10% en la nota obtenida en el examen del 1° de julio de 2025, manteniéndose dicha calificación”, pero “en caso de que el postulante obtuviera una nota inferior a dicho desvío, se le asignará la nota que obtenga en esta instancia”. Además, se aclaró que “en ningún caso un postulante podrá obtener una nota superior a la obtenida en el examen del 1° de julio de 2025, por lo que mantendrá aquella calificación a efectos de su utilización para la conformación del orden de mérito”. Muchos aspirantes señalaron que esta prueba fue significativamente más difícil que la primera.
Lugones defendió la iniciativa como un paso hacia la construcción de un sistema de salud basado en la confianza: “Por eso cuidamos que quienes ingresen al sistema estén preparados de verdad. La salud pública se construye con confianza, y esa confianza empieza por proteger a los pacientes de la improvisación y del fraude”. La detección de posibles fraudes surgió tras constatar que algunos candidatos obtuvieron calificaciones superiores a 86 puntos en el examen inicial, sin antecedentes académicos que respaldaran dichos resultados, lo que llevó al Ministerio a implementar un proceso de revisión riguroso para proteger la integridad del sistema.