Bronca y orgullo: Argentina perdió la final, pero reafirmó su identidad tras mucho tiempo

El sueño de una nueva estrella mundial se desvaneció en Santiago. Argentina perdió 2-0 frente a Marruecos en la final del Mundial Sub 20 disputada en el Estadio Nacional de Chile. El equipo africano golpeó rápido, con un tiro libre impecable de Yassir Zabiri tras una falta cobrada al borde del área. El delantero del Famalicão repitió minutos después, aprovechando una contra letal que dejó sin reacción a la defensa albiceleste. En apenas media hora, la ilusión se había transformado en desconcierto.

El conjunto dirigido por Diego Placente nunca logró recuperar el control del partido. Pese al empuje ofensivo con Prestianni, Sarco y Carrizo buscando el descuento, los marroquíes se mostraron sólidos atrás y peligrosos de contragolpe. Argentina insistió con más corazón que claridad, pero el orden táctico del rival desactivó cualquier intento. La Albiceleste, que venía de una campaña impecable con triunfos resonantes ante potencias como Italia y Colombia, se topó con una final en la que nada salió como lo planeado.

La derrota también puso fin a una marca histórica: Santino Barbi, el arquero argentino, vio caer su récord de imbatibilidad de 393 minutos justo en el momento más decisivo. Había sido una de las grandes figuras del torneo, pero no pudo evitar los dos tantos que definieron la historia. En el cierre, los gestos de dolor y las lágrimas de los chicos reflejaron la magnitud del golpe, mitigado apenas por el reconocimiento del público y el abrazo de Placente, que intentó consolar a sus dirigidos.

Más allá de la caída, el balance es positivo. Argentina regresó a una final Sub 20 después de 18 años y volvió a competir con un estilo definido, fiel a la escuela iniciada por José Pekerman. El proceso continúa: detrás de este grupo hay una estructura sólida, entrenadores formados en la misma línea y una generación que promete alimentar el futuro del fútbol argentino. Marruecos, en tanto, celebró su primer título mundial juvenil, coronando un crecimiento sostenido. El sueño celeste y blanco quedó en pausa, pero el camino, una vez más, parece el correcto.