San Martín debía luchar contra sus propios fantasmas para alcanzar una victoria que lo impulsara en la tabla y le otorgara ventaja deportiva de cara al Reducido. La parada era brava, ante un San Miguel aguerrido que se hace fuerte en su estadio. Con un calor sofocante y la obligación de ganar, el “Santo” modificó su esquema y regresó a la línea de tres defensores, integrada por los juveniles Peñalba y Guillermo Rodríguez, junto a Abregú como líbero. Más adelantados, Cainelli y Castro ocuparon los carriles, mientras que Matías García y Jesús Soraire se repartieron el medio. Juan Cuevas se ubicó como enlace, y arriba formaron Franco García y el referente Gonzalo “Turbo” Rodríguez.
Lo que se pretendía como un regreso a la solidez defensiva, similar a la versión mostrada ante Atlanta, terminó recordando más a lo ocurrido frente a Racing de Córdoba en Nueva Italia: un equipo vulnerable, con poco peso ofensivo y muchas dudas atrás. El sector izquierdo fue el más castigado, con Castro sufriendo las subidas rivales y sin respaldo suficiente. San Miguel detectó rápidamente esa grieta y atacó por allí una y otra vez. Incluso repitió una jugada calcada al córner que le costó un gol a San Martín ante Quilmes, señal de que el conjunto tucumano no estaba concentrado. Así, a los 30 minutos, un centro desde la derecha encontró a Agustín Lavezzi completamente solo, y el delantero fusiló de cabeza a Darío Sand para abrir el marcador. El primer tiempo se fue con un San Martín sin ideas y lleno de dudas.
El complemento parecía continuar por la misma senda, hasta que, a los cinco minutos, una buena recuperación de Cainelli derivó en un remate preciso de Juan Cuevas que, con sutileza, colocó la pelota en la ratonera para igualar el partido y devolverle la esperanza al “Santo”. Sin embargo, la alegría duró poco. Otra vez, los errores propios condenaron al equipo de Campodónico: una mala salida de Cainelli y una débil respuesta defensiva permitieron que Lavezzi quedara mano a mano con Sand y anotara su segundo tanto de la tarde.
Campodónico movió el banco y envió a la cancha a Aaron Spetale, quien terminaría siendo clave. Luego de un cabezazo suyo que se estrelló en el travesaño, el propio delantero aprovechó el rebote y marcó el 2-2 ante un Sappa vencido. San Martín no logró generar muchas situaciones claras después de ese empate, mientras que San Miguel siguió inquietando el arco de Sand, que casi comete un error increíble, impropio de su experiencia.
El empate en Los Polvorines dejó a San Martín sexto en la Zona A, sin ventaja deportiva y obligado a jugar como visitante en su debut en el Reducido, frente al cuarto de la otra zona, rival que se confirmará este domingo.
San Martín nunca terminó de encontrar el rumbo. Con Campodónico, todo parece ir por una cuerda floja, sobre una cornisa, donde cada paso en falso puede costar caro. Una victoria hubiera significado un impulso anímico crucial para lo que viene. Ahora, sin margen de error y con la presión de ganar fuera de casa, el “Santo” deberá sobreponerse a todos los factores para mantener viva la ilusión del ascenso.
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