
Es momento que los referentes alcen la mano
El fútbol, como la vida misma, es tan imprevisible que ni la mejor de las pitonisas podría anticipar lo que ocurre dentro o fuera del campo. Lo que parecía un tranquilo paseo en lancha terminó convirtiéndose en un barco sacudido por una tempestad irascible. Lo más preocupante es que, en medio del oleaje, hay capitanes que prefieren comportarse como marineros y marineros que actúan como capitanes. Caciques de cristal que se autoproclamaron líderes con un estatus difícil de justificar, si se tiene en cuenta su recorrido —y no precisamente con la celeste y blanca—.
Esos mismos referentes, los que alguna vez se metieron al barro para reclamar premios por ganar partidos como si fuera un logro extraordinario (algo justificado teniendo en cuenta la ligereza de la dirigencia), disfrazaron su reclamo con una supuesta solidaridad hacia todo el personal de Atlético Tucumán. Sin embargo, la maniobra se volvió en su contra ante el fastidio de una hinchada que ya no tolera la soberbia de un grupo de jugadores con aires de grandeza por hacer, simplemente, su trabajo. “Esto no lo hacemos por plata”, dijo el “Bebe” Acosta, para luego contradecirse con un rápido “a todos nos gusta cobrar, ¿no?”. En un abrir y cerrar de ojos, la intención del mensaje se desmoronó.

Y ahora, esos mismos referentes deberán afrontar el domingo una final que ellos mismos ayudaron a construir con sus decisiones y caprichos. La salida de un “tibio” Pusineri —según coinciden dirigentes y futbolistas— dio paso al arribo de Colace, el “Míster” que venía de revolucionar la Reserva. Su propuesta, con perfume europeo y acento en inglés, prometía algo distinto, aunque en la práctica no fue así. Atlético volvió a refugiarse desde el minuto uno, fiel a la costumbre de hacer siempre lo mismo esperando resultados diferentes. Un ciclo repetitivo que alimenta la sensación de que el equipo vive en un estado de confusión permanente.
En conferencia, Colace aseguró que el planteo había sido correcto hasta el error individual de Marcelo Ortiz. Con rapidez, aprendió de sus jugadores: buscó salvarse a sí mismo. En ese contexto de individualismos, el único que pareció entender la magnitud del momento fue Renzo Tesuri, que regresó tras su lesión con un mensaje claro y sensato: “Debemos dar la cara y dejar que la gente se exprese como quiera”. Directo, sin adornos, sin excusas.

¿Habrá un Cabildo Abierto o una muestra de apoyo masivo en el último partido como local? Lo único cierto es que todos deberán remar hacia el mismo horizonte. La dirigencia, más activa tras la crisis y consciente de haber subestimado la situación, tiene un objetivo urgente: asegurar la permanencia en Primera. El duelo ante Godoy Cruz será a todo o nada. Y esta vez, los referentes deberán meterse en el barro de verdad, no sólo hablar de él.
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