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HISTORIA DE VIDA

Francisco Albarracín derriba barreras a través del judo y de su rol social

El tucumano integra el seleccionado de judo paralímpico desde 2022 y además preside la Fundación Argentina de Retinosis Pigmentaria.

PorJoel Katz
30 oct, 2025 03:17 p. m. Actualizado: 30 oct, 2025 03:17 p. m. AR
Francisco Albarracín derriba barreras a través del judo y de su rol social

Francisco Albarracín no ve. O mejor dicho, prácticamente no ve. Por una enfermedad hereditaria llamada retinosis pigmentaria, que es degenerativa de la retina, fue perdiendo la visión con el correr de los años. Pero su discapacidad visual nunca fue un impedimento. Y hoy, con 43 años, es un ejemplo a seguir en el judo, deporte que practica, pero también en la vida.

Albarracín volvió un poco al centro de la escena en agosto. Fue uno de los más de 100 tucumanos que participaron en los Juegos Argentinos de Alto Rendimiento (JADAR), e incluso fue el abanderado de la ceremonia inaugural junto a la pelotari Cynthia Pinto. Y en su categoría, -81kg, obtuvo la medalla de bronce. Este logro le valió ser reconocido a nivel provincial y nacional, pero en realidad, es un hito más en una carrera marcada por la lucha contra la adversidad.



“En Argentina hay más de 10.000 personas con retinosis pigmentaria, y a mí me la detectaron cuando era un niño, tenía tres años. Con el paso del tiempo, sobre todo después de los 18 años, se me empezó a agravar un poco más. Hoy en día no tengo visión central, solo tengo visión periférica”, explicó Albarracín, en diálogo con Tendencia de Noticias.


Más allá de las lógicas -y no menores- dificultades que una discapacidad visual implica, sobre todo en una sociedad que no está debidamente preparada para una real inclusión, para Albarracín nunca fue un impedimento. Ni en la vida, ni en el deporte.


“Antes practiqué rugby, pero se me dificultó por el problema visual. Después me recomendaron el judo, y ahí empecé a entrenar”, recuerda Albarracín sobre su desembarco en el arte marcial que se transformaría en su pasión.


Por supuesto, no fue un camino fácil. “Tenes que tener buena química con el entrenador, y los dos tienen que tener paciencia”, sostuvo Albarracín. Aprender la comunicación para las indicaciones deportivas es un desafío; pero una vez superado, asegura el judoca, aporta cosas muy positivas.

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“Una de las cosas que me gusta es que se lo puede emplear en la vida diaria, porque es la única disciplina que te enseña a caer, cómo caer para adelante, para los costado, para atrás. Entonces, eso es algo que a una persona ciega, con baja visión o incluso una persona que no tiene ningún problema de visión le puede pasar en la vida cotidiana: caerse”, contó sobre el deporte que practica hace ya ocho años.


Además de los beneficios motrices que trae -”te ayuda muchísimo en la parte de motricidad, te da más equilibrio y seguridad en uno mismo”-, Albarracín aseguró que le permite a las personas con discapacidad visual tener más libertad, y también ser incluido en un ambiente común.


“El judo es una forma de vida. Me tocó viajar a distintos países, vas solo y saber cómo tenes que desarrollarte, que moverte. Además, es muy inclusivo, porque hay personas que no tienen ningún problema visual y practican conmigo, también mujeres con varones; no hay ningún problema”, explicó.


A Albarracín, además, esta arte marcial le trajo la posibilidad de integrar, desde 2022, el seleccionado nacional. “Que me tengan en cuenta es muy lindo, y también implica una responsabilidad, porque tenés que sembrar más semillas para que haya más judocas en tu provincia y en tu región”, aseveró el tucumano, que fue el primer judoca del noroeste en integrar el seleccionado nacional de judo paralímpico. “Lo importante es que conozcan el deporte y se animen”, agregó.

Pero además de su rol deportivo, Albarracín cumple un importante rol social: desde hace años es el presidente de la Fundación Argentina de Retinosis Pigmentaria, que cumplió 17 años en las últimas semanas, y que busca ayudar a quienes sufren esta afección, así como lograr que se conozca más sobre la enfermedad.


“Ayudamos a personas de Tucumán y de todo el país con este tipo de patologías. Hicimos campañas en escuelitas muy humildes de distintas ciudades del país, donde vamos a hacer chequeos oftalmológicos, y a los chicos que necesitan, tenemos empresas que nos donan marcos de anteojos, otras que nos donan cristales, entonces hacemos campañas para que los chicos puedan tener anteojos”, relató, sobre parte de su trabajo más dirigencial.



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Tanto por su rol social como por su faceta deportiva, Albarracín viajó a distintos puntos del continente para ayudar en la difusión del judo paralímpico, con campus de entrenamiento, y también para participar de congresos relacionados con la retinosis pigmentaria. Colombia, Bolivia y Brasil fueron algunos de sus destinos.


Más allá de las ganas de competir y obtener podios siempre, el objetivo de Albarracín es lograr una mayor difusión del judo paralímpico en el país. “Para el año que viene espero poder viajar a Estados Unidos, donde va a haber un congreso, y poder participar en otras regiones de Argentina donde no se habla mucho, donde no hay muchos judo paralímpico; uno participando de esos torneos también ayuda con la difusión. La idea es colaborar para que el judo siga creciendo, y mientras tanto sigo entrenando para obtener buenos resultados cuando puedo viajar”, concluyó Albarracín, un ejemplo de lucha en el deporte así como en la vida.

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