El esperado lanzamiento del megacohete Starship fue suspendido por SpaceX el domingo por la noche, cuando la nave insignia de la compañía se preparaba para realizar su décima prueba. Desde la firma aeroespacial señalaron de manera escueta que la postergación se debió a “problemas con los sistemas terrestres”, sin ofrecer mayores precisiones.
Los retrasos de este tipo no son extraños. Según especialistas, las pruebas espaciales suelen estar sujetas a condiciones climáticas adversas o a fallas, incluso mínimas, en los complejos sistemas que componen estos lanzamientos. Aun así, la expectativa es enorme: con Starship y el propulsor Super Heavy, la empresa busca dar pasos decisivos hacia los viajes tripulados a la Luna e incluso a Marte.
De acuerdo con la Administración Federal de Aviación (FAA), SpaceX dispone de nuevas ventanas de lanzamiento entre este lunes y martes, aunque resta la confirmación oficial. La compañía adelantó que este décimo vuelo será uno de los últimos para la actual versión de la nave, antes de la presentación de un modelo todavía más grande que superará los 120 metros de altura.
La trayectoria de Starship ha estado marcada por avances y tropiezos. Aunque en mayo logró reutilizar por primera vez un propulsor, la nave no consiguió desplegar los satélites que transportaba y sufrió una fuga que provocó pérdida de presión en el tanque principal, lo que derivó en la pérdida de contacto a los 46 minutos de vuelo. Estos contrastes reflejan tanto la complejidad como la ambición del proyecto que encabeza Elon Musk.