UNA MULTITUD: en silenció caminaron y pidieron justicia por Federico Toledo.
Velas encendidas. Carteles con el rostro de Santiago Leonel Budini. Abrazos interminables. Silencios que pesaban más que cualquier grito. Así comenzó la marcha por justicia para Federico Toledo, el joven asesinado hace apenas una semana.
La concentración se dio en la parada de colectivos de avenida Sarmiento al 1200, a metros del boliche al que Federico había ido a divertirse con sus amigos sin imaginar que esa madrugada lo encontraría el horror, la muerte. Desde allí partieron familiares, compañeros y vecinos, sumándose en el camino una multitud que transformó el dolor en reclamo.
Los compañeros del colegio San Francisco, muchos de ellos amigos de la infancia de Fede, caminaron con lágrimas difíciles de disimular. A las 21:40, una bandera blanca y roja encabezó la movilización con un mensaje contundente: “Justicia por Federico Toledo”. Abajo, en letras negras y mayúsculas, la exigencia fue clara: “Amigos y familiares exigimos condena efectiva para su asesino Santiago Leonel Budini”.
En el trayecto, las miradas curiosas y solidarias se multiplicaron. Algunos clientes en los bares de la 25 de Mayo y vecinos en la zona de la plaza Urquiza detuvieron su andar para acompañar con respeto a los manifestantes.
Detrás de la bandera marchaba Eduardo Toledo, el padre de Federico, con una entereza que solo el dolor profundo puede sostener. Con la voz entrecortada, explicó a Tendencia de Noticias que lo que pedían en esta marcha pacífica era justicia para su hijo, que su caso “no quede en el olvido” y que nunca más personas como Budini “estén libres en la calle”. Según dijo, su mayor deseo es que sus hijos y los amigos de Federico puedan salir, divertirse y volver a sus casas “sin miedo de encontrarse con alguien así”.
EL PAPÁ: Eduardo Toledo, papá de Federico.-
Al mismo tiempo reclamó que la Justicia dicte una condena ejemplificadora, porque Budini “mató los sueños de mi hijo” y dejó “destrozados a su mamá, a mí y a sus hermanos”. Cuando se le preguntó si algún miembro de la familia del acusado se había acercado, fue tajante: “No, ninguno. Santiago Budini no es una buena persona. Lo dejó en claro la noche en que mató a mi hijo”.
La marcha terminó con un aplauso largo, sentido, que buscó romper el silencio aturdidor de la ausencia. Un aplauso que fue, a la vez, homenaje y grito colectivo: justicia por Federico.