Con la llegada de septiembre, los días se alargan, el sol calienta con más intensidad y la naturaleza se viste de colores vibrantes. Entre todos los símbolos que anuncian la primavera en Argentina, hay uno que destaca por su aroma inconfundible y su sabor irresistible: la frutilla. Esta pequeña joya roja no solo deleita nuestros paladares, sino que también representa una rica tradición agrícola que recorre todo el país, desde las fértiles tierras de Tucumán hasta las frescas brisas de la Patagonia.
A nivel mundial, China es el mayor productor de frutillas, con más de 3.2 millones de toneladas anuales, seguida por Estados Unidos, con aproximadamente 1.3 millones, y México, con más de 600.000 toneladas.
Anualmente, nuestro país produce entre 45.000 y 50.000 toneladas de frutillas, cultivadas en aproximadamente 1.600 hectáreas distribuidas en diversas provincias; detrás de cada bocado de esta fruta hay una historia fascinante de dedicación y pasión que involucra a miles de productores a lo largo y ancho del país.
El cultivo de la frutilla en Argentina es una labor que combina tradición y modernidad, adaptándose a las condiciones únicas de cada región. Todo comienza con la cuidadosa selección de las variedades más adecuadas para cada zona.
La siembra se realiza generalmente entre marzo y mayo, según la región, y existen diferentes métodos de cultivo. En campo abierto es la técnica más tradicional, donde las frutillas crecen directamente en la tierra. Sin embargo, en los últimos años, se han implementado técnicas más innovadoras como la hidroponía, un sistema donde las plantas se cultivan en soluciones acuosas ricas en nutrientes sin necesidad de tierra, lo que permite un control más preciso sobre las condiciones de crecimiento y una mayor eficiencia en el uso del agua. Además, muchos productores utilizan túneles plásticos o macrotúneles que protegen las plantas de las inclemencias del tiempo, como heladas o lluvias excesivas, y permiten extender la temporada de producción.
Cada una de estas técnicas tiene como objetivo optimizar la calidad y cantidad de la cosecha, asegurando que las frutillas lleguen a los consumidores con su característico sabor y frescura.
¿En qué regiones se siembran las frutillas?
Argentina cuenta con varias zonas destacadas en la producción de frutillas, cada una aportando su propio sello distintivo:
-Buenos Aires: es la principal zona productora, concentrando alrededor del 37% de la producción nacional. Áreas como el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y el sudeste bonaerense, particularmente Mar del Plata, son famosas por la calidad y abundancia de sus frutillas. Aquí, los productores han incorporado los sistemas hidropónicos que optimizan el uso del agua y mejoran la calidad del fruto.
-Santa Fe: con aproximadamente 400 hectáreas dedicadas al cultivo, esta provincia es reconocida por la ciudad de Coronda, conocida como la “Capital Nacional de la Frutilla”. Las frutillas corondinas se caracterizan por su dulzura intensa y se cultivan utilizando las técnicas de micro y macrotúneles que protegen las plantas y permiten cosechas más tempranas.
-Tucumán: en el noroeste argentino, el “jardín de la república” aporta otro 24% de la producción nacional. Zonas como Lules y Tafí del Valle ofrecen frutillas de excelente calidad, gracias a sus condiciones climáticas favorables y suelos fértiles. La producción tucumana es vital para abastecer el mercado durante los meses de invierno y primavera temprana.
Otras regiones como Corrientes, Jujuy, Salta y la Patagonia también contribuyen significativamente, ofreciendo frutillas en diferentes épocas del año y enriqueciendo la diversidad del mercado nacional.
Cosecha y distribución
La recolección de las frutillas es un proceso meticuloso que se realiza manualmente para garantizar que cada fruta llegue en perfectas condiciones al consumidor. La temporada de cosecha varía según la región:
-Tucumán comienza a cosechar desde junio, aprovechando el clima más cálido del norte.
-Santa Fe inicia su recolección alrededor de agosto, inundando los mercados con su dulce producción.
-Buenos Aires, especialmente la mencionada zona de Mar del Plata, aporta sus frutillas desde noviembre hasta mayo, asegurando una oferta continua durante gran parte del año.
Una vez cosechadas, las frutillas se distribuyen rápidamente a los mercados locales y nacionales para preservar su frescura y sabor. El Mercado Central de Buenos Aires es uno de los principales centros de distribución, desde donde se abastecen tiendas y puestos de todo el país. Además del consumo en fresco, una porción significativa de la producción se destina a la industria, donde se transforman en mermeladas, jugos, yogures y otros productos que disfrutamos durante todo el año.
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