Los auriculares con cable están viviendo un verdadero renacer. Si bien durante años fueron desplazados por los modelos inalámbricos, especialmente por los populares AirPods, en los últimos meses las ventas de los clásicos modelos con cable comenzaron a crecer. Y el principal responsable de esta tendencia es un grupo muy puntual: la Generación Z.
Más allá del factor nostálgico, hay razones prácticas que explican este fenómeno. En primer lugar, el precio: unos EarPods de Apple con conector USB-C pueden costar entre 15 y 20 euros, mientras que unos AirPods parten de los 100 euros. Teniendo en cuenta lo fácil que es perderlos, muchos jóvenes prefieren gastar menos en un accesorio que probablemente se extravíe en un bolsillo o una mochila.
Además del costo, la estética cumple un rol fundamental. Los modelos con cable aportan un estilo vintage y dosmilero que encaja con las tendencias actuales. Para los centennials, el cable no es una molestia, sino parte del look. Celebridades como Addison Rae los lucen en videoclips, consolidando el fenómeno. A esto se suma una ventaja técnica clave: los auriculares con cable no necesitan batería, ofrecen mejor calidad de sonido y micrófono, y no presentan problemas de conexión.
Claro que no todo es ideal. El cable enredado puede ser un fastidio y la falta de cancelación de ruido puede jugar en contra en ambientes ruidosos. Pero muchos jóvenes ya no eligen entre uno u otro modelo, sino que combinan ambos según la ocasión. Así, los auriculares con cable dejan de ser una reliquia del pasado y se convierten en un nuevo símbolo de practicidad, estilo y rebeldía techie.