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SALUD DIGESTIVA

Cómo combatir el reflujo, un mal que afecta a 4 de cada 10 argentinos

Este trastorno digestivo, que puede derivar en complicaciones si no se trata adecuadamente, afecta a una porción significativa de la población. Qué lo provoca, cómo se manifiesta, y cuáles son los tratamientos más eficaces disponibles hoy, según especialistas.

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03 oct, 2025 02:24 p. m. Actualizado: 03 oct, 2025 02:24 p. m. AR
Cómo combatir el reflujo, un mal que afecta a 4 de cada 10 argentinos

Noticias Argentinas confirmo que el reflujo gastroesofágico ocurre cuando el ácido del estómago regresa al esófago y causa acidez. Esta reacción se conoce como reflujo ácido y puede irritar la mucosa esofágica. A menudo se lo denomina ERGE (enfermedad por reflujo gastroesofágico). Aunque muchas personas lo experimentan ocasionalmente, cuando se vuelve recurrente puede convertirse en una condición crónica.


Hace unas cuatro décadas se lanzó una nueva categoría de medicamentos que, con el tiempo, se convirtió en una de las más utilizadas por millones de pacientes: los “prazoles”. Estas moléculas actúan como inhibidores de la bomba de protones y son recetadas por los médicos para tratar afecciones como la dispepsia, la ERGE, las úlceras gástricas y duodenales —con o sin infección por Helicobacter pylori—, la esofagitis erosiva y el síndrome de Zollinger-Ellison, entre otras.


“El acceso a los prazoles cambió radicalmente el tratamiento de enfermedades como la úlcera péptica. Antes no teníamos alternativas realmente efectivas y seguras para este tipo de problemas”, explicó el doctor Luis Soifer (MN 44.599), ex presidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE).


Agregó que “en ese momento se pensaba que, si lográbamos reducir la secreción de ácidos gástricos, los pacientes mejorarían su malestar, que solía expresarse como ardor y dolor en la boca del estómago”.


Con el tiempo, el foco se centró particularmente en el reflujo, una condición que

ocurre cuando la válvula que separa el estómago del esófago (el esfínter esofágico inferior) no cierra bien, permitiendo que los ácidos gástricos asciendan. Este esfínter es un anillo muscular ubicado justo donde el esófago se une con el estómago, y su función es impedir que el contenido gástrico regrese.


Cuando el esfínter falla, el ácido sube al esófago, cuya mucosa no está diseñada para resistirlo, lo que produce lesiones dolorosas que, si no se tratan, pueden derivar en esofagitis e incluso en lesiones precancerosas. “Diversos estudios han demostrado que aproximadamente el 40% de las personas puede sufrir reflujo, es decir, alrededor de 4 de cada 10 argentinos, de todas las edades”, indicó Soifer.


Una investigación publicada en 2005 reveló que el 23% de los encuestados presentaba síntomas típicos de ERGE (ardor y regurgitación) al menos una vez por semana. En cuanto a la esofagitis, se estima que afecta al 5% de la población. Estas cifras son similares a las de otros países desarrollados y de la región.


Tratamientos disponibles


Entre los tratamientos más exitosos están los “prazoles”, que engloban distintas formulaciones químicas. Dependiendo de la patología, pueden tomarse de forma continua o “a demanda”, cuando los síntomas se intensifican. Luego, si los síntomas ceden, el tratamiento puede interrumpirse gradualmente.


También es importante asegurarse de que el prazol recetado no interfiera con otros

medicamentos. Esto se logra ajustando la dosis o el horario de la toma. “Para ser realmente efectiva y segura, esta medicación debe administrarse en el formato más apropiado según la condición de cada paciente”, subrayó Soifer.


El especialista recomendó que la prescripción siempre sea realizada por un profesional, quien podrá indicar la dosis adecuada y la forma correcta de administración (por ejemplo, en ayunas, seguido por una comida). “Si se toman bajo supervisión médica, su funcionamiento será más efectivo y se podrán prevenir complicaciones”, remarcó.


Aunque todos los prazoles comparten similitudes, algunos demostraron ventajas específicas. En particular, el esomeprazol tiene una vida media más prolongada y mayor biodisponibilidad, lo que significa que permanece más tiempo en el organismo cumpliendo su efecto.


“Lo que hemos visto en investigaciones es que el esomeprazol tiene un inicio de acción rápida, menos interacciones farmacológicas —algo clave en pacientes polimedicados—, y logra mejores resultados en la cicatrización de lesiones esofágicas causadas por el ácido”, puntualizó Soifer. De hecho, hasta el 90% de los pacientes con esofagitis severa logra cicatrizar sus lesiones en un plazo de cuatro semanas con este tratamiento.

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