Espacio publicitario disponible

OPINIÓN

Humo negro para la reforma electoral

Tras promesas rimbombantes y gestos para la tribuna, el oficialismo tucumano volvió a archivar la reforma política y electoral. El miedo a perder poder territorial y el peso de los caciques internos terminaron imponiéndose sobre una sociedad que reclama reglas más transparentes y un sistema que deje atrás las viejas prácticas.

Avatar de Nadima Pecci
Nadima PecciTendencia de noticias
21 dic, 2025 10:20 a. m. Actualizado: 21 dic, 2025 10:20 a. m. AR
Humo negro para la reforma electoral

En un nuevo capítulo de los amagues del gobierno eternamente peronista de nuestra provincia, los tucumanos nos quedamos sin reforma política/electoral.


Desde la campaña de 2023 se viene anunciando una reforma supuestamente seria, profunda, al punto que el propio gobernador llegó a plantear una reforma constitucional para eliminar de raíz el tan cuestionado “acople".


Esa propuesta cayo rápidamente en saco roto, lo cual era bastante previsible. Por eso, se empezo a montar un show sobre la reforma legislativa - seria profunda - oportunamente prometida.


Asi, trajeron expertos de distintas provincias, los legisladores viajaron a Salta para ver cómo funcionaba la maravillosa novedad tecnológica del voto electrónico. Los salteños vinieron a la Legislatura …. en fin.


Con tanta alaraca hasta los propios peronistas pensaron que la reforma venía en serio y fue allí, cuando los caciques entraron en pánico.


Aunque la propuesta que circulaba en los medios - y que no se presentó oficialmente - no limitaba realmente los acoples en la manera que realmente necesita un sistema para funcionar de forma transparente, a los caudillos - especialmente del interior - les tocaba su fibra más sensible: ya no iban a poder llevar hasta 60 acoples que apoyen a los intendentes, el máximo - para el interior- iba a ser 12, y algunos pobres sin suerte 6!. En todos los casos la reducción era mucha - para ellos , no para la mejora del sistema - y pusieron el grito en el cielo.


Si a ese escenario se le suma la eventual implementación de la BUE (Boleta Única Electrónica), el panorama que algunos describen aparece cargado de temores. Cuesta entenderlos. Muchos de esos dirigentes llevan décadas administrando municipios mediante prolijos enroques familiares; si tan virtuosa ha sido su gestión —propia y heredada—, no debería haber motivos para desconfiar del veredicto de las urnas ni de un sistema que, en teoría, solo transparenta lo que ya hacen bien.


Así las cosas pudo más la presión interna del peronismo que la de una sociedad defraudada y descreída de la política, a la que se le mostró un circo, una puesta en escena que hoy sabemos nunca tuvo ninguna intención de hacerse realidad.


“Pongamos alguien que escuche, después hacemos lo que queremos”… así decía Manzur en un descuido de micrófono abierto. A confesión de parte, relevo de pruebas.


*La autora de esta columna es Mg. en Derecho Parlamentario por la USP-T, Legisladora M/C y autora del libro "El acople tucumano. Ingeniería electoral de la vieja política".

publicidad

Más de opinion

publicidad