Tucumán se encuentra entre las provincias con menor índice de tiempo educativo internalizado correspondiente a su población, con un promedio de 10,7 años de escolarización entre los tucumanos adultos (mayores de 25 años), de acuerdo a un informe de ArgenData, al que tuvo acceso Tendencia de Noticias. Esta cifra está por debajo del promedio nacional de 11,1 años y posiciona a la provincia como penúltima en la región del Noroeste Argentino (NOA), solo por encima de Santiago del Estero, que registra el peor índice del país con 9,7 años. Estas brechas reflejan desigualdades históricas que persisten, marcadas por factores económicos, demográficos y geográficos.
Para medir el nivel educativo de un país o región, un indicador ampliamente utilizado es el promedio de años de escolarización de la población adulta. Este dato refleja cuántos años de educación formal completó una persona en promedio. Aunque no evalúa la calidad educativa, permite comparaciones internacionales y análisis históricos de largo plazo. Como señala el informe: “Si bien no mide directamente la calidad de la educación —una limitante importante—, el indicador de años de escolarización presenta dos grandes ventajas. Por un lado, permite comparaciones con una amplia variedad de países —a diferencia de los indicadores de calidad, que están disponibles para muchos menos territorios—. Por otro, permite analizar tendencias a lo largo de más de un siglo, algo que los indicadores de calidad, mucho más recientes, no permiten”.
El sistema educativo argentino experimentó un crecimiento notable en los últimos 150 años. En 1870, la población mayor de 15 años tenía en promedio apenas 1,5 años de escolarización, pero para 2020 esta cifra superó los 11 años, un aumento de más de siete veces. Este avance refleja la expansión de la educación primaria a fines del siglo XIX, seguida por la consolidación de los niveles secundario y superior durante el siglo XX. “A modo de ejemplo, en 1915 apenas 954.000 personas —el 12% de la población de entonces— asistían a algún establecimiento educativo, como una escuela, un jardín o una universidad. Hoy son más de 15 millones, es decir, el 34% de la población total”, destaca el informe. Este progreso redujo el analfabetismo del 78% en 1869 a casi cero en la actualidad y elevó la proporción de adultos con título universitario a cerca del 20%.
A pesar de los avances, las diferencias educativas entre provincias son significativas. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) lidera con 13,6 años de escolarización, comparable a países desarrollados como Irlanda o Corea del Sur. En contraste, provincias como Tucumán, Misiones, Formosa, Chaco y Corrientes rondan los 10 años, mientras que Santiago del Estero, con 9,7 años, se asemeja al promedio latinoamericano (9,1 años).
Estas brechas tienen raíces históricas: en 1869, Santiago del Estero tenía un 92% de analfabetismo, mientras que CABA registraba un 48%. Factores como la mayor dinámica económica de CABA, la llegada de inmigrantes europeos con mayor formación y la menor densidad poblacional en provincias rurales como Tucumán o Santiago del Estero han perpetuado estas disparidades.
A nivel internacional, Argentina supera el promedio mundial de escolarización (8,8 años) con sus 11,2 años, pero queda rezagada respecto a los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), que promedian 12,3 años. En América Latina, se ubica entre los líderes, apenas por debajo de Chile (11,3 años) y por encima de Uruguay (10,5), Perú (10,1), México (9,3), Colombia (9,0), Costa Rica (8,8) y Brasil (8,4). Sin embargo, el país perdió terreno en el ranking global. “Si tomamos 115 países con datos comparables desde 1870, vemos que hasta 1975 Argentina se mantuvo de forma estable entre los puestos 21 y 24. Sin embargo, a partir de 1980 comenzó un declive relativo que la llevó al puesto 39 en el año 2000”, explica el informe. Aunque desde 2005 recuperó tres posiciones, países como Taiwán, Hong Kong, Singapur y Polonia, que en 1975 estaban por detrás, hoy superan a Argentina gracias a sus avances económicos y educativos.
“La educación es un tema clave para el desarrollo de los países. A nivel individual, mejora las capacidades, facilita el acceso a empleos de mayor calidad y ayuda a reducir desigualdades. A nivel colectivo, una población más educada impulsa la productividad, la innovación y la participación democrática,” subraya el texto.
En un mundo cada vez más basado en el conocimiento, el retroceso relativo de Argentina en el ranking educativo plantea desafíos para su competitividad global. Fortalecer el sistema educativo, especialmente en provincias como Tucumán y Santiago del Estero, será esencial para cerrar brechas internas y posicionar al país en un escenario global dinámico.
El desarrollo educativo de Argentina está marcado por hitos clave: la Ley 1420 de 1884, que estableció la educación primaria pública, gratuita y laica; la Reforma Universitaria de 1918, que consolidó el sistema universitario público; la gratuidad universitaria de 1949; y la obligatoriedad de la educación secundaria en 2006. Estos avances han sido fundamentales para expandir el acceso a la educación, aunque persisten desafíos en calidad y equidad, especialmente en regiones como el NOA.