Noticias Argentinas nos informan que la amiloidosis hereditaria por transtiretina (hATTR), también conocida como enfermedad de Andrade, es una enfermedad genética, progresiva y potencialmente letal que forma parte de un grupo de patologías denominadas amiloidosis.
Fue descripta por primera vez en 1952 en Portugal por el Dr. Corino Andrade, quien durante 12 años documentó los síntomas y la evolución de pacientes afectados. Su investigación permitió comprender que las personas con esta enfermedad acumulan una sustancia anómala en distintos tejidos y órganos, lo que con el tiempo provoca una neuropatía mixta y progresiva que altera el funcionamiento de los nervios.
La polineuropatía amiloidótica familiar es una enfermedad poco frecuente que afecta a personas adultas y que suele ser difícil de diagnosticar. El término “polineuropatía” indica que compromete múltiples nervios, mientras que “amiloidótica” señala que el daño está vinculado al depósito de fibras proteicas anormales llamadas fibrillas amiloides.
Esta enfermedad se produce cuando una proteína llamada transtiretina (TTR) —producida principalmente en el hígado y cuya función consiste en transportar hormona tiroidea y vitamina A— sufre una alteración genética que modifica su estructura. Como consecuencia, la proteína se pliega de forma incorrecta y forma fibrillas insolubles que se acumulan en órganos y tejidos, afectando su funcionamiento.
La hATTR se hereda con un 50% de probabilidad, lo que significa que puede transmitirse de generación en generación. Puede manifestarse tanto en forma temprana, desde los 30 años, como tardía, después de los 60, dependiendo de la mutación genética específica.
Se trata de una patología multisistémica, que afecta a múltiples órganos y sistemas del cuerpo: compromete los nervios periféricos, el corazón, los riñones, los ojos e incluso el sistema nervioso central. Su progresión es considerablemente más rápida que la de otras neuropatías como, por ejemplo, la polineuropatía diabética. Sin tratamiento, una persona puede pasar de caminar normalmente a estar postrada en menos de una década, y la expectativa de vida sin intervención médica ronda entre los 10 y 15 años.
Los síntomas iniciales de la hATTR suelen incluir una neuropatía dolorosa en pies y manos, con sensación de adormecimiento y pérdida de fuerza. A estos se suman síntomas autonómicos que muchas veces no se investigan en una consulta médica habitual, como:
Mareos al ponerse de pie
Problemas gastrointestinales con episodios alternados de diarrea y constipación
Pérdida inexplicable de peso
Sensación de saciedad precoz
Alteraciones en la sudoración
Disfunción sexual
Un dato clínico muy relevante es la presencia de síndrome del túnel carpiano bilateral o recurrente, que puede manifestarse entre 7 y 10 años antes que los síntomas neurológicos más evidentes.
La escala de Coutinho clasifica los estadios de la enfermedad. Actualmente, los tratamientos están indicados en estadios precoces —como los estadios 1 y 2—, cuando el paciente aún conserva la capacidad de caminar, ya sea de forma independiente o con asistencia. Detectar la enfermedad en etapas avanzadas implica perder la oportunidad de frenar su progresión, por lo que el diagnóstico temprano es crucial.
Durante muchos años, el trasplante hepático fue la única opción terapéutica disponible. Sin embargo, en la actualidad existen tratamientos farmacológicos modificadores de la enfermedad que permiten mejorar el pronóstico:
Estabilizadores de la TTR, que evitan que la proteína mutada se disocie y forme depósitos amiloides.
Silenciadores génicos, que reducen la producción de transtiretina en el organismo.
Gracias a estas terapias, los pacientes logran retrasar la progresión de la enfermedad, lo que permite preservar la calidad de vida por más tiempo.
La hATTR suele confundirse con enfermedades más comunes, lo que retrasa su diagnóstico. Sin embargo, la información adecuada y una consulta temprana pueden cambiar radicalmente el pronóstico.
Cualquier persona que presente antecedentes familiares, síntomas compatibles o síndrome del túnel carpiano bilateral sin causa laboral aparente o de forma recurrente, debe consultar con un especialista y solicitar una evaluación neurológica.
La detección precoz no solo mejora la calidad de vida, también salva vidas. Por eso, investigar los antecedentes familiares y no minimizar los síntomas son pasos fundamentales para ganarle tiempo a la enfermedad y acceder a tratamientos antes de que el daño sea irreversible.