Obtenido en Comunicación Tucumán
En el hospital Avellaneda, el ingreso al quirófano ya no es sinónimo de angustia para los más pequeños. Gracias al trabajo articulado de un equipo de profesionales y la incorporación de estrategias lúdicas, la Unidad de Recuperación Post Anestésica Pediátrica (URPA) se transformó en un espacio que prioriza el bienestar emocional de los niños, antes y después de cada intervención quirúrgica.
Uno de los elementos más valorados es un autito de juguete que traslada a los pacientes pediátricos al quirófano, una herramienta que no solo genera sonrisas, sino que también ayuda a reducir el estrés y el miedo. Este recurso forma parte de un entorno especialmente diseñado, con juguetes didácticos, televisión y personal capacitado, para que la experiencia quirúrgica sea más amable y contenida.
La URPA Pediátrica cuenta con profesionales en enfermería, pediatría, agentes de traslado y un equipo multidisciplinario preparado para asistir a niños que requieren operaciones de alta complejidad. Muchas de estas cirugías están relacionadas con neuroortopedia, en casos de grandes deformidades o dificultades funcionales en miembros, recibiendo incluso pacientes derivados de otras provincias como Santiago del Estero.
La atención integral del hospital Avellaneda no solo abarca la intervención médica, sino también la recuperación emocional. El caso de Valentino, un niño de 8 años que llegó para una cirugía de extracción de clavos, es reflejo de esta nueva modalidad: acompañado por su mamá Silvina, pudo vivir el proceso quirúrgico con menos temor gracias a la contención de la unidad. En palabras simples: transformaron su espera en juego, y su recuperación, en alivio.