De acuerdo a los expertos, un restaurante accesible es aquel que ofrece una propuesta gastronómica para todos, sin distinción de condición física, mental o sensorial. La Dra. Betina Anzilutti, magíster en accesibilidad y diseño de ciudades inteligentes, explica que existen dos tipos de accesibilidad: la tangible, vinculada al diseño físico del lugar, y la intangible, relacionada con la capacitación y empatía del personal que atiende a los clientes.
En relación a la accesibilidad tangible, algunos aspectos ya forman parte de los locales gastronómicos argentinos, como las rampas y baños adaptados. Otros, como los menús en braille o la superficie podotáctil, comienzan a implementarse cada vez más. Aunque puedan implicar una inversión inicial, Anzilutti asegura que “incorporar la accesibilidad no es un gasto, es una inversión con alto retorno, dado el enorme mercado que representa este público”.
La accesibilidad intangible, en tanto, requiere de capacitación permanente del personal. Desde el recibimiento en la puerta hasta la comunicación en redes sociales, el modo en que se atiende a una persona con discapacidad es determinante en su experiencia. En este sentido, entidades como FEHGRA han impulsado programas de formación y charlas que buscan mejorar el trato y la empatía en el sector.
Garantizar la accesibilidad en la gastronomía es abrir la puerta a nuevos públicos y mejorar la experiencia de todos los comensales. Además, es un camino hacia la inclusión real que, al mismo tiempo, potencia la rentabilidad de los restaurantes y fortalece al sector en un mercado cada vez más competitivo.