Desde los 16 años está comprometida con las causas sociales de la Provincia, a través de la participación solidaria y desinteresada de ayudar a los que más lo necesitan. Y hoy, esa semilla que cultivó bajo el calor fraternal del amor por el prójimo, dio unos frutos que endulzan el alma de miles de tucumanos con la gran labor que se encomendó.
Agustina Figueroa, preside, desde enero pasado, el Banco de Alimentos de Tucumán (BAT) y ello le permite afianzar, aún más, el contacto con quienes no tuvieron las posibilidades de desarrollarse de manera íntegra en la vida y, en la actualidad, lamentablemente, sufren las consecuencias del olvido, la desidia y las penurias que encarna la cara más dura de la pobreza, que es el hambre.
Sin embargo, gracias a instituciones como esta, que se replican a nivel país en 25 entidades similares, más de 60.000 tucumanos reciben su plato diario de comida, que les permite doblegar a las adversidades y sentirse parte de una sociedad, donde, en ocasiones, la indiferencia prevalece por sobre el corazón.
“Somos una organización sin fines de lucro que contribuimos a reducir el hambre, mejorar la nutrición y el desperdicio de alimentos. Buscamos ser un puente entre los que sufren del hambre y aquellos que deseen colaborar a través de un canal transparente y eficiente que le garantice que su donación llegará a miles de personas que no tienen asegurada su alimentación”, sostuvo Figueroa en declaraciones a TDN.
Solidaridad en números (2024)
1.625.155 kilos de alimentos entregados
64% de los alimentos fueron de alto valor nutricional
4.875.465 platos de comida
154 organizaciones sociales beneficiadas
64.380 personas alcanzadas
1.109 voluntarios
4.285 horas voluntarias
672.747 kilos de alimentos no perecederos
596.917 kilos de frutas y verduras
96.639 kilos de alimentos refrigerados
172.217 litros de bebidas y gaseosas
Al respecto, señaló que la institución lo que hace es rescatar alimentos que reciben de donaciones por parte de industrias alimenticias, productores agropecuarios y supermercados. Se tratan de productos que salieron del circuito comercial (con fecha de vencimiento corto, excedentes de producción, error de envasado, entre otros) y están perfectamente aptos para ser consumidos.
“Nosotros lo que hacemos es darles un valor nutricional a esos alimentos y trabajamos en tres etapas: el rescate de los productos, las campañas de donaciones y la compra de alimentos mediante iniciativas de recaudación de fondos. De esta manera, estamos garantizando que, en 120 centros comunitarios, organizaciones sociales o merenderos, las personas tengan la posibilidad de acceder a una nutrición sustentable”, resaltó Figueroa.
En esta línea, comentó que, durante el año pasado, fueron entregados más de 1,6 millones de kilos de alimentos, lo que significó un récord histórico para el BAT. Es más, precisó que el 64% de los alimentos entregados fueron de alto valor nutricional, entre los que se encuentran lácteos, frutas, verduras, legumbres y carnes.
Sin embargo, a partir del trabajo diario que realizan, se encuentran con situaciones que muchas veces resultan inentendibles y más en una provincia como la nuestra, atravesada por innumerables padecimientos sociales, económicos y sanitarios. “Lo preocupante y angustiante es que se tiran aproximadamente 40 mil toneladas de alimentos por día en Argentina. Y no prestamos atención a que el 46% de la población es pobre y el 20% está mal nutrida. Todos estos números, cuando los ves en profundidad y en primera persona, come me ha tocado, generan una impotencia tremenda. Por eso, es que incitamos al voluntariado, al trabajo en equipo, en redes, a sumarse a una causa tan fuerte como lo es el hambre. Porque pasar hambre, no solamente es no comer, sino que va más allá, significa la falta de oportunidades, anular la esperanza de las personas y empobrecerla en su dignidad. El hambre tiene que ser un motivo que nos atraviese a todos, tenemos que saber y sentir el dolor que causa el hambre”, reflexionó la presidente del BAT.
En cuanto a la logística que implementa la entidad para brindar las raciones de comida, la misma consta en el retiro de los alimentos para luego ser clasificados en el depósito de la Fundación y con posterioridad distribuirlos en las organizaciones sociales. En 2024, se rescataron 626.970 kilos de alimentos y productos de supermercados, industrias y distribuidoras, además de 125.840 kilos de frutas y verduras rescatadas del MERCOFRUT. A ello se agrega que 56.000 huevos fueron entregados a las organizaciones beneficiarias, asegurando un aporte de proteínas de alta calidad. En paralelo, el BAT recibió 49.500 kilos de azúcar por parte de productores locales. Mientras que, a partir de una campaña de la que participaron 26 instituciones educativas de la provincia, se lograron recolectar 9.260 litros de leche en polvo o larga vida.
Seguimiento y control
“Una vez al mes, con su turno, los representantes de los comedores vienen al Banco, retiran su compra, tras un aporte muy simbólico que es solamente del 30% del valor de los productos, lo que nos permite sostener nuestro modelo, a través del mantenimiento local, traslado de alimentos, rendición de cuentas y gastos operativos”.
Al ser consultada sobre cómo es el método de entrega y seguimiento de los alimentos una vez que llegan a los destinatarios, Figueroa señaló que “se procede a una evaluación de cada una de las organizaciones mediante visitas periódicas, además que deben contar con ciertos requisitos, como ser: tener más de 50 personas a cargo en cada merendero, contar con personalidad jurídica y desde allí se estipula un proceso de fiscalización y control. Se apresta a todo el voluntariado a seguir lo que es el circuito, desde la donación hasta su llegada al comedor. Incluso, vamos con una nutricionista para enseñar y guiar a las mujeres que cumplen una función primordial al momento de cocinar y brindarles un plato de comida a las personas, con el objetivo que adopten hábitos saludables en su alimentación, actividad física y bienestar emocional”.
En torno a las organizaciones sociales, que reciben la colaboración del BAT, según su tipo, el 60% corresponde a comedores, merenderos y centros comunitarios, el 27% centros de formación, centros culturales y ONG´s, un 8% centro de día y hogares y el 1% corresponde a escuelas. Todos ellos distribuidos en San Miguel de Tucumán, Yerba Buena, Concepción, Tafí Viejo, Alberdi, Burruyacu, Cruz Alta y Lules.
Dada su trayectoria en la labor social que encaró desde joven, una de las situaciones que llamó la atención de Figueroa en los últimos años, es la composición etaria de los tucumanos que asisten a las diversas organizaciones. “Generalmente, a los comedores iban los niños, pero, en las últimas visitas, me doy cuenta que cada vez van más adultos y adultos mayores, ya no hay comedores de solo niños. Me llamó mucho la atención lo que ha sucedido y cómo cambió este panorama en los últimos dos años. Es tal la necesidad, que ya no podemos hablar de franjas determinadas y definidas”, adujo.
En esta línea, el BAT informó que, en cuanto a la población beneficiaria, según el grupo etario, 45% son niños de 0 a 12 años; 36% adultos de 18 a 70 años; 13% adolescentes de 13 a 17 años y el 6% responde a adultos de más de 70 años.
Fuentes de financiamiento
48% campañas de recaudación de fondos
30% contribución simbólica
18% empresas e instituciones
4% donantes individuales
Si bien Figueroa resaltó que el BAT es una entidad apolítica, indicó que mantiene convenios con el gobierno de la Provincia “porque deseamos unirnos a los proyectos que nos ofrecen, aprovecharlos para el bien de la comunidad. Se trata de una responsabilidad del Estado la protección integral de sus ciudadanos, pero en cada acción conjunta en la que podamos colaborar y ser ayudados siempre iremos de la mano, sin ningún tipo de distinción”.
Antes de concluir la entrevista con este medio, Figueroa quiso dejar un agradecimiento muy especial a quien fuera el presidente del BAT hasta diciembre pasado, Pablo Grandval, quien actualmente se desempeña como tesorero de la institución. “Estuvo cinco años al frente de este inmenso desafío y su gestión dejó una marca, la que debe motivarnos a seguir por este camino, porque él continúa acompañándonos con un compromiso inclaudicable”.
“Quiero invitarlos a ser parte y sumarse a esta hermosa causa. Muchas veces, la solidaridad se la relaciona con la caridad y no es así, porque la solidaridad va más de la mano de la justicia. Si bien los tucumanos son muy solidarios, me sorprendió, para bien, por el compromiso que demuestran, las ganas de ayudar y la predisposición para hacerlo. Uno, cuando se suma, es más lo que recibe que lo que da, ya sea en tiempo, en esfuerzo, con dinero o lo que sea. Uno brinda esperanza siendo parte de la solución del problema que es el hambre, y eso es maravilloso. Me emociona formar parte de un equipo que encarna estos valores para transformar realidades”, concluyó la presidenta del Banco de Alimentos de Tucumán.