El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) enfrenta un punto de inflexión tras las recientes modificaciones introducidas por un decreto presidencial que reestructura su funcionamiento. En una entrevista con la emisora LV 12 el ingeniero Luis Erazzu, director del INTA para las regiones de Tucumán y Santiago del Estero, expresó su preocupación por los cambios que, según advierte, comprometen la esencia del organismo y su capacidad para atender las necesidades de los productores y las economías regionales. Erazzu destacó el rol histórico del organismo en la investigación, extensión y transferencia de tecnología para el sector agropecuario, con impactos concretos en el desarrollo productivo del país.
El decreto presidencial, publicado el pasado martes, introduce cambios estructurales que transforman al INTA en un organismo desconcentrado, reducen su autonomía presupuestaria y modifican su esquema de gobernanza. Entre las principales medidas, se elimina el consejo directivo, que antes funcionaba como un órgano público-privado resolutivo, y se reemplaza por un consejo meramente consultivo. Además, se suprime la figura del director nacional y sus asistentes, cargos tradicionalmente ocupados por profesionales de carrera seleccionados por concurso, para concentrar el poder en un único presidente designado por el gobierno. Estas modificaciones, según Erazzu, generan “un cambio abrupto que pone en riesgo la continuidad de lo que conocemos como el INTA”.
El director regional cuestionó la narrativa oficial que justifica estas reformas por un supuesto “sobredimensionamiento” del personal del INTA. “Hay quizás muy mal asesoramiento al ministro (Federico Sturzenegger) y a la gente que elaboró este informe o este decreto, porque en realidad el sobredimensionamiento ese no hace mención a la década del 90 y una planta de 3.500 personas en todo el país. Nosotros cubrimos todo el país”, afirmó, recordando que en los años 90, tras el desguace del INTA durante el gobierno de Carlos Menem, el organismo ya había quedado debilitado. Erazzu desmintió los números citados por el gobierno, señalando que a fines de esa década el Instituto ya contaba con cerca de 6.000 agentes, además de contratos no contabilizados oficialmente. “Incluso en el gobierno de (Mauricio) Macri se hizo una evaluación de lo que se llamó la dotación óptima para la institución y estableció en ese momento que era alrededor de 7.400 personas para el INTA. Entonces, ya tenemos un número claro. Este número pone 6.000 agentes como algo sobredimensionado, pero en realidad la complejidad de la temática que aborda el INTA, la territorialidad que tiene el INTA en toda la Argentina genera la necesidad de abordar con ese número mínimo que hoy quieren llevar por supuesto a disminuirlo a 4.000, como dijo el ministro, porque les parece excesivo ese número”, argumentó.
Erazzu también alertó sobre el impacto de la centralización en la toma de decisiones, que podría priorizar regiones como la pampa húmeda en detrimento de las economías regionales. “Lo otro es que elimina el consejo directivo. El consejo directivo era el máximo organismo que decide sobre todo lo que hace el INTA y ese organismo era público-privado porque eran 10 personas, de las cuales cinco eran de la actividad privada, de Sociedad Rural, de CRA, de Federación Agraria, de Coninagro, de CREA, y lo deja simplemente como consultivo, no como resolutivo como era antes, que tomaban la decisión concreta de qué es lo que hace el INTA, o sea, los usuarios reclamando qué es lo que quieren que haga el INTA”, explicó. El ingeniero expresó su temor a que esta transformación convierta al INTA en “un organismo del gobierno de turno” en lugar de mantener su carácter de política pública de mediano y largo plazo. “Nuestro gran temor es también que esto se concentre para soluciones de la pampa húmeda y olvide las economías regionales”, añadió.
Otro aspecto crítico señalado por Erazzu es la pérdida de autonomía presupuestaria. “En ese desconcentrado lo que ocurre es que pierde la posibilidad de ejecutar presupuesto como lo venía haciendo el INTA en forma ágil, dinámica y con todos los procesos de registro por los medios digitales para que cualquiera los pueda observar o auditar. Eso lo pierde el INTA”, lamentó. Esta restricción, combinada con la eliminación de la dirigencia tradicional, pone en jaque la capacidad del organismo para responder a las demandas de un sector agropecuario que enfrenta desafíos crecientes, como la incorporación de tecnologías emergentes. “Hay una gran complejidad de nuevas temáticas que van surgiendo, el tema de drones, el tema de la inteligencia artificial orientada a la producción agrícola y ganadera, en fin, hay mucha tecnología que surge y que tiene que ser adaptada, trabajada y desarrollada para diferentes sectores productivos”, destacó Erazzu.
Aporte profesional
“Nosotros básicamente lo que hacemos es investigación en la temática de extensión de producción agropecuaria y también hacemos extensión y transferencia de esas investigaciones que las realizamos en las estaciones experimentales y en los institutos del INTA. A través de las agencias de extensión le acercamos a los productores esa tecnología para que la incorporen y mejoren su capacidad productiva”, explicó. Como ejemplos de su labor, el ingeniero resaltó avances específicos en el noroeste argentino: “Estamos participando en la inscripción de las variedades de caña de azúcar, por ejemplo, en Tucumán, y tenemos una presencia importante en las variedades que hoy están difundidas en el sector productivo. Lo mismo para Santiago del Estero en el tema algodón. Nosotros tenemos variedades de algodón que están adaptadas y que ocupan una gran superficie de cultivo en la Argentina. Lo mismo con poroto, tenemos el 60-70% de la superficie que se implanta con los materiales genéticos y las variedades de poroto que se obtienen en el INTA”. Además, subrayó que la entidad no solo genera variedades, sino también procesos que mejoran la productividad y la sustentabilidad, como la conservación de la salud del suelo para las futuras generaciones.
El ingeniero concluyó con un llamado a la acción, instando a legisladores, gobernadores y actores políticos a abordar este tema, que considera de impacto directo en las provincias. “Estamos activos para trabajar y generar en todo el arco político, en los gobiernos provinciales, en los gobernadores, en los legisladores, que tomen este tema porque afecta directamente a las provincias”, afirmó. La reestructuración del INTA, según Erazzu, no solo amenaza su legado de innovación y apoyo a los productores, sino también su capacidad para seguir siendo un pilar del desarrollo agropecuario nacional.