
El entendimiento marco alcanzado entre Argentina y Estados Unidos inyectó optimismo en la cadena del biodiésel, que desde 2018 había quedado virtualmente excluida del principal destino mundial tras la imposición de aranceles antidumping y antisubsidios que superaron el 130%. Antes de aquellas medidas, las exportaciones al mercado norteamericano generaban ingresos cercanos a los 1.200 millones de dólares anuales.
Luis Zubizarreta, presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio-foto inferior), calificó el avance bilateral como una oportunidad concreta: “Abre una puerta” para recuperar presencia. Aunque descartó un retorno inmediato al libre comercio, anticipó la posibilidad de negociar cupos similares a los vigentes con la Unión Europea, donde Argentina puede colocar hasta un millón de toneladas anuales. “Si lográramos algo parecido con Estados Unidos, estaríamos contentos”, afirmó.
En paralelo, Perú decidió reabrir la revisión de los aranceles que aplicó en 2016, lo que podría habilitar la exportación de unas 250.000 toneladas adicionales. Para una industria que Zubizarreta describió como “prácticamente parada”, ese volumen representaría un alivio significativo.

El derrumbe exportador quedó reflejado en las estadísticas de la Bolsa de Comercio de Rosario: hasta agosto se embarcaron apenas 140.000 toneladas, 52% menos que en igual período del año anterior y una fracción de las 1,5 millones de toneladas que se exportaban hace una década. En ese lapso, la participación del biodiésel en las ventas externas de la oleaginosa cayó del 70% al 22%, afectada por el cierre de Estados Unidos, las restricciones europeas y el avance del diésel renovable (HVO).
En el frente interno, el sector coincide en la necesidad de reformar la Ley de Biocombustibles vigente, que reserva el mercado doméstico exclusivamente a las pymes y deja fuera a las grandes plantas exportadoras. Zubizarreta fue tajante: “La ley actual no sirve y requiere una revisión profunda”.
Libre competencia
“El gran desafío además es cambiar la ley local, que no sirve y que es un limitante a nuevas inversiones. Hace tiempo que venimos peleando y ahora creo que todo el sector está alineado en un cambio de ley de biocombustibles local”, sostuvo el directivo, quien insistió en que “es fundamental que haya competencia para que haya inversiones”.
Para las grandes empresas, la prioridad pasa por eliminar la exclusividad de las pymes en el corte obligatorio y permitir que todas las plantas puedan abastecer el mercado interno, además de avanzar hacia porcentajes de mezcla más altos con el gasoil. “Hoy consumimos biocombustibles pero en un esquema muy restrictivo y discriminatorio a las empresas más eficientes y creemos que tenemos que cambiar esto”, concluyó Zubizarreta.
Con mercados externos que comienzan a reactivarse y un fuerte consenso para modificar las reglas de juego internas, la agroindustria del biocombustible argentino vislumbra la chance de dejar atrás una década de estancamiento.