
La estrategia implementada por el Gobierno para blindar el frente cambiario antes de los comicios a mostrar su comenzó a mostrar su contrapartida negativa en los balances de fin de año. La decisión de eliminar temporalmente los derechos de exportación para incentivar la liquidación anticipada de divisas logró su objetivo de corto plazo, pero dejó un vacío en el flujo de caja de noviembre. Esta merma en el ingreso de dólares no solo debilita las reservas, sino que impacta de lleno en la recaudación tributaria, obligando al equipo económico a recalibrar sus cuentas para no desviarse de las metas de superávit fiscal comprometidas.
Los números difundidos por la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC) confirman el parate en la actividad comercial externa. Durante el mes pasado, el sector liquidó apenas U$S 759,7 millones.
Esta cifra representa un retroceso drástico: significa una caída del 62% en comparación con el mismo mes del año anterior y una baja del 32% respecto a octubre. Sin embargo, al observar la película completa del año, el saldo aún es positivo: en el acumulado de enero a noviembre se registra un alza del 24% frente a igual período de 2024.
El efecto del "dólar electoral"
La explicación técnica de este fenómeno radica en que los dólares que faltan hoy son los que sobraron ayer. Desde CIARA-CEC señalaron que “el mes de noviembre se caracterizó por la ejecución de embarques de granos y procesamiento de molienda para exportación posterior derivados del régimen especial del Decreto 682/2025 (suspensión temporal de derechos de exportación)”.
Las entidades fueron claras al detallar que “el ingreso de divisas del mes es el resultado del anticipo de las mismas en septiembre”. Cabe recordar que, en aquel mes, el Ministerio de Economía habilitó una ventana de oportunidad para que las cerealeras liquidaran unos U$S 7.000 millones libres de retenciones.
El objetivo de aquella maniobra fue puramente cambiario: dotar al Banco Central de poder de fuego para mantener la cotización de la divisa por debajo del techo de la banda cambiaria en la víspera electoral.
A pesar de este plan de emergencia, la estabilidad financiera requirió más que solo el esfuerzo del agro. Para llegar a la fecha clave del 26 de octubre sin un desmadre en el precio del dólar, el Gobierno debió recurrir también a la asistencia del Tesoro de los Estados Unidos.
El adelantamiento masivo de liquidaciones generó, como efecto rebote, una sequía de divisas en los meses subsiguientes (octubre y noviembre). Este escenario presenta ahora un desafío doble: la falta de dólares frescos y, fundamentalmente, una menor recaudación impositiva derivada de las exportaciones, variable que el Ejecutivo deberá compensar con otras herramientas si pretende sostener los objetivos de superávit fiscal que se ha propuesto como ancla del programa económico.