Messi y una noche donde el tiempo se detuvo: dos goles en su última presentación oficial en tierras argentinas

Era una noche distinta. El marco era emotivo para un duelo que, en otro contexto, hubiera sido apenas un compromiso más con Argentina ya clasificada al Mundial y enfrentando a Venezuela en el Monumental. Sin embargo, con el condimento de ser el último partido oficial de Lionel Messi con la Selección, todo cobró un valor especial. Lágrimas en la entrada en calor, gestos contenidos durante el himno y la imagen de un capitán conmovido, consciente de que estaba transitando sus últimos minutos vestido de celeste y blanco en tierras argentinas.

Desde el arranque, el equipo de Lionel Scaloni apostó por un mediocampo cargado de futbolistas de buen pie y presentó la novedad de Franco Mastantuono, la joven promesa del Real Madrid. Como se esperaba, Argentina asumió el protagonismo, aunque sin generar demasiado peligro. Primero Julián Álvarez exigió a Rafael Romo con un disparo potente y luego Thiago Almada intentó con un remate desviado. La apertura llegó tras un anticipo de Paredes y un pase exquisito que encontró a Julián Álvarez: el delantero se tomó un tiempo en el área, enganchó y asistió a Messi, que definió con una vaselina de lujo, de esas que marcaron su carrera. El grito fue doble, por la belleza del gol y por el significado de la noche.

En la segunda parte, la fiesta siguió teñida de celeste y blanco. Con cambios y frescura, la Selección estiró la diferencia con una palomita de Lautaro Martínez a los dos minutos de su ingreso. El cierre perfecto llegó cuando Almada desbordó por la derecha y envió un pase atrás para que Messi empuje a la red, sellando la victoria y regalando una sonrisa eterna.

El 3-0 final fue anecdótico frente a la magnitud del momento: la despedida oficial de Lionel Messi con la camiseta argentina. Desde la AFA planean organizar amistosos para seguir homenajeándolo, pero la postal quedará marcada: Messi abrazado por sus compañeros, ovacionado por un Monumental rendido a sus pies. “Me van a hacer llorar”, dijo el capitán. Y lo logró: él emocionó a todos.