
El Plan Estratégico 2030 del Sistema Científico-Tecnológico de Tucumán representa un esfuerzo integral por transformar la provincia hacia un desarrollo sostenible, integrando la descarbonización energética mediante biomasa, la construcción de hábitats inclusivos y la diversificación de la matriz productiva. Esta visión unificada busca no solo mitigar impactos ambientales como el calentamiento global y la crisis habitacional, sino también potenciar la economía local a través de innovaciones que aprovechen subproductos agroindustriales y fomenten nuevas oportunidades laborales, configurando un territorio más resiliente y equitativo.
Este ambicioso plan se enmarca en la formalización de la Mesa de Ciencia y Tecnología (C+T) de Tucumán, un "espacio interinstitucional inédito" impulsado por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y su Secretaría de Ciencia, Arte e Innovación Tecnológica (SCAIT).
En el eje de la biomasa como fuente de descarbonización, el plan aborda la dependencia de combustibles fósiles en Tucumán, destacando problemas como los cortes energéticos durante la zafra azucarera y citrícola, que coinciden con picos de consumo domiciliario y generan "grandes pérdidas económicas" en la industria. Además, se resalta el desperdicio de residuos agrícolas, como los de la caña de azúcar (RAC) y poda de citrus, que quedan en los campos provocando "incendios accidentales con graves problemas socio-ambientales: liberación de partículas y compuestos como CO2 (dióxido de carbono), SO2 (dióxido de azufre), NOX (óxidos de nitrógeno), dioxinas, furanos y otros (que afectan el medioambiente y la salud con problemas como el calentamiento global, la lluvia ácida, enfermedades respiratorias y visuales, etc.)". Como propuestas, se promueve el aprovechamiento de estos subproductos para generar energía renovable, con objetivos como el "aprovechamiento energético de biomasas residuales de la agroindustria para la generación de energía eléctrica y térmica", el "incremento del corte de Bioetanol en el transporte público y privado" y la "producción de biogás a partir de vinaza, cachaza, efluentes citrícolas, etc.". Esto no solo reduce emisiones, sino que cierra "un ciclo del carbono neutro", contribuyendo a la autonomía energética y beneficios económicos al ahorrar importaciones de combustibles fósiles.

Interconectado con este enfoque ambiental, el eje del hábitat sostenible aborda la crisis habitacional en un contexto de "elevados índices de pobreza e indigencia", donde los problemas incluyen "hábitats que no permiten el desarrollo armónico de la vida de los grupos humanos", un "déficit habitacional" y una "gestión inadecuada del hábitat". El plan destaca cualidades como la integración de servicios esenciales (agua, energía, aire) y accesibilidad a equipamientos, pero enfatiza la necesidad de sustentabilidad ante un entorno natural mal gestionado. Entre las propuestas, se busca "desarrollar nuevas técnicas y materiales que permitan la construcción de un hábitat inclusivo, sustentable y asequible a los grupos más vulnerables", incluyendo proyectos existentes como la "valoración de residuos industriales como componentes de materiales para la construcción en Tucumán", la "vivienda social sostenible en clima cálido húmedo" y la "planificación urbana en relación a espacios verdes, arbolado urbano, calidad de vida y adaptación al cambio climático". Los resultados esperados incluyen herramientas para una "gestión sustentable del hábitat" y pautas de diseños adaptados, evaluables mediante la adopción de innovaciones en casos específicos.
Valor agregado
Complementando estos pilares, la diversificación de la matriz productiva busca ampliar la capacidad económica de Tucumán, superando la concentración en complejos tradicionales como el sucroalcoholero y citrícola, que enfrentan problemas como la falta de diagnósticos socioeconómicos y ambientales, y una articulación insuficiente entre investigación y sector empresarial. El plan propone "mejorar los resultados productivos, socioeconómicos y ambientales de los complejos agroindustriales instalados", incrementar "propuestas de valor agregado para productos, subproductos y servicios" en áreas como alimentos saludables, vitivinicultura y producción animal, y desarrollar "innovaciones tecnológicas competitivas" para sectores emergentes como bioinsumos, cannabis industrial y cultivos como quinua o chía. Esto apunta a "incrementar las exportaciones provinciales con mayor valor agregado" y generar "empleo calificado", reduciendo asimetrías territoriales y fomentando sustentabilidad.
La Mesa de Ciencia y Tecnología se presentará oficialmente en un acto a realizarse el jueves 18 de diciembre a las 9:00 en la Casa Histórica de Tucumán, donde autoridades de nueve entidades clave —incluyendo UNT, CONICET, INTA, INTI, Fundación Miguel Lillo, UNSTA y Universidad San Pablo-T— firmarán una Carta Acuerdo para coordinar esfuerzos. La iniciativa subraya que "el conocimiento científico y la coordinación interinstitucional son esenciales para abordar los retos del desarrollo sostenible", fortaleciendo la implementación del Plan 2030.