La multitud de jóvenes recibe a León XIV en la explanada de Tor Vergata. Foto: Vatican Media
Al concluir la Misa Jubilar de los Jóvenes en Tor Vergata, donde más de un millón de personas se congregaron, el Papa León XIV rezó el Ángelus y se dirigió a los presentes con palabras de consuelo, memoria y esperanza. Recordó a María y Pascale, dos peregrinas fallecidas en los últimos días, y expresó su cercanía a los fieles de regiones marcadas por el conflicto. Además, renovó la invitación a participar en la Jornada Mundial de la Juventud de 2027 en Corea del Sur, saludando especialmente a quienes no pudieron estar en Roma.
Un pensamiento para todos
León XIV dirigió un mensaje amplio y compasivo: hacia los jóvenes de Gaza, Ucrania y de todas las tierras marcadas por la guerra; hacia Pascale, quien falleció de un infarto durante su viaje a Roma, y María, quien no logró emprenderlo por motivos de salud.
Agradeció también a los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y educadores que acompañaron a los jóvenes, especialmente a los más pequeños. Pensó en quienes participarán en la JMJ 2027 en Seúl, y en aquellos jóvenes que, desde países donde era imposible salir, siguieron el evento desde la distancia.
“Aspiren a cosas grandes”
En su homilía durante la misa en Tor Vergata, León XIV animó a los jóvenes a no conformarse con poco: «Aspiren a cosas grandes, a la santidad». Desde el escenario central, con el telón de fondo del Año Santo, el Papa agradeció a todos por su participación, describiendo el evento como una “cascada de gracia” para la Iglesia y el mundo.
El recuerdo de María y Pascale
Como ya lo había hecho en la vigilia, el Papa recordó a las dos peregrinas fallecidas: María Cobo, de 30 años, quien murió antes de iniciar el viaje desde España, y Pascale Rafic, de 18, originaria de Egipto, quien falleció de un infarto cuando se dirigía a la parroquia de Artena. León XIV recibió en el Vaticano a los compañeros de viaje de Pascale como gesto de consuelo.
Palabras de cercanía en medio del sufrimiento
En inglés, el Papa se dirigió a los jóvenes que viven bajo las bombas, el miedo y la destrucción: «Estamos más cerca que nunca de quienes sufren los males más graves causados por otros seres humanos». Mencionó explícitamente a los jóvenes de Gaza y Ucrania, reiterando su cercanía con todos los afectados por la guerra.
Se dirigió luego directamente a los jóvenes presentes: «Ustedes son la señal de que un mundo diferente es posible. Un mundo de fraternidad y amistad, donde los conflictos se resuelven con diálogo y no con armas». Y añadió en español: «Sí, con Cristo es posible. Con su amor, su perdón, con la fuerza de su Espíritu».
Semillas de esperanza
El Papa exhortó a los jóvenes a permanecer unidos a Jesús: «Serán la sal de la tierra, la luz del mundo, semillas de esperanza en todas partes: en la familia, con los amigos, en la escuela, el trabajo y el deporte».
Hacia Seúl 2027
El Papa retomó la invitación a la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Seúl del 3 al 8 de agosto de 2027: «La peregrinación de esperanza continúa y nos llevará a Asia. Renuevo la invitación que el papa Francisco hizo en Lisboa: nos vemos en Seúl». Concluyó animando a seguir soñando y esperando juntos.
Un adiós lleno de gratitud
El coro de “Papa León, Papa León” acompañó los saludos finales. El Pontífice agradeció por la música, la organización, y especialmente a los coreanos, futuros anfitriones de la JMJ. Luego, ofreció una última despedida, con un mensaje especial para los ausentes: «Transmitan un saludo a los muchos jóvenes que no han podido venir. Lleven esta alegría y entusiasmo al mundo. Sean portadores de esperanza. ¡Gracias a todos y buen viaje!».
Fuente: Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano para Vatican News.-