
A lo largo de una extensa charla con Atlético TV, Mario Ávila, secretario general de Atlético Tucumán y una de las figuras más influyentes de la vida institucional del club, repasó más de dos décadas de trabajo dirigencial, desde los años más críticos hasta la consolidación del proyecto que llevó al Decano a instalarse en Primera y a competir internacionalmente. “No tengo dudas de que la firma del presidente y la del secretario son claves en cualquier institución”, afirmó al comenzar, dejando clara la magnitud de su rol.
De la ruina a la reconstrucción
Ávila se sumó a la conducción en el 2003, cuando casi nadie quería hacerse cargo de un club sumido en una profunda crisis económica, edilicia y deportiva. “No podíamos juntar ni 18 directivos”, recordó. Su vínculo, sin embargo, venía de años atrás, colaborando en el fútbol infantil, épocas donde el complejo Ojo de Agua mostraba un panorama desolador: canchas durísimas, un natatorio abandonado y nulos recursos. Ese proceso, marcado por la búsqueda de colaboración y la ayuda de los socios, fue el punto de partida para reconstruir desde cero.
Con el correr del tiempo, y gracias a una planificación institucional temprana —con Carlos Hasbani como presidente y Mario Leito como secretario— el club comenzó un camino ascendente. Ávila remarcó que lo logrado no fue casualidad: “Todo lo que pasa hoy estaba escrito desde el primer día, aunque jamás imaginamos clasificar a copas”.
El quiebre dirigencial y el salto competitivo
Consultado por el momento de inflexión, Ávila no dudó: el retroceso al Nacional B luego del primer ascenso con Rivoira. “Ahí entendimos que la política institucional tenía que ser otra. Había que apostar a las bases, a las inferiores”, explicó. Ese cambio de mentalidad, según su visión, fue el paso previo para que llegaran los éxitos deportivos y las participaciones internacionales.
Uno de los puntos más emotivos de la entrevista fue el recuerdo de la hazaña de Quito, donde Ávila estuvo involucrado de lleno: desde las gestiones con Conmebol hasta la negociación para que el equipo pudiera jugar. “Fue durísimo. Nos iba a marcar para bien o para mal. Por suerte, salió todo perfecto”.
Pero también hubo espacio para los dolores: la eliminación ante Racing de Córdoba en 2004, una de las derrotas que más lo impactó. “Esas cosas te marcan. No siempre son anécdotas felices”, confesó, recordando su regreso lleno de frustración y lágrimas.

Un dirigente a la par del hincha
Ávila se identifica como un directivo que camina, observa y escucha. Habitual en la platea, recorriendo el Monumental y las instalaciones del club, asegura que su presencia responde a una responsabilidad: “Para que todo salga bien, tenés que estar en todas partes”. Esta cercanía lo llevó a tomar decisiones clave, como gestionar la cancha de entrenamiento profesional en Ojo de Agua o impulsar el regreso del básquet a la institución.
Aseguró que el vínculo con el hincha es esencial: “Si en la cancha no podemos darle la alegría que espera, al menos que se sienta cómodo, acompañado. El hincha necesita ese mimo”. También valoró el rol de la crítica, incluso la de su familia: “Mis hijos son mis principales evaluadores. No quiero obsecuencia, porque la soberbia nos lleva por mal camino”.
Los desafíos que vienen para el Decano
En materia institucional, Ávila apunta a un salto de calidad: consolidar áreas claves, fortalecer el fútbol profesional y amateur, y continuar modernizando la estructura con nuevas subsecretarías que acerquen a más socios a la vida dirigencial. “Atlético es un club de fútbol con otras disciplinas. Estamos donde estamos por el fútbol y eso hay que sostenerlo”, enfatizó.
Con respecto al futuro deportivo, es optimista: el primer refuerzo ya está acordado y el objetivo es claro. “Vamos a armar un plantel para pelear por la clasificación a la Sudamericana 2027. El técnico tiene proyección y conoce a los chicos. Hay que tenerle paciencia”.
Antes de cerrar, Ávila se permitió un ejercicio emocional: ¿qué le diría al Mario de 2003 que dudaba en sumarse? “Que lo haga rápido. Atlético, con gente que trabaja, puede lograr cualquier cosa”.

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