
En una final cargada de tensión y de momentos cambiantes, Estudiantes de Río Cuarto logró el tan esperado ascenso a la Liga Profesional tras igualar 1-1 ante Deportivo Madryn. El conjunto cordobés hizo valer el 2-0 conseguido en la ida y sostuvo la ventaja en un partido que tuvo de todo: polémicas, expulsiones, un escenario complicado y un cierre desbordado por incidentes. El León del Imperio celebró un regreso histórico tras 40 años fuera de la máxima categoría.
Desde el inicio, el desarrollo fue intenso y friccionado. Madryn salió decidido a descontar la diferencia de la serie y encontró en Luis Silba a su figura más clara. El delantero abrió el marcador con una espectacular acrobacia que alimentó el sueño patagónico, justo cuando el local había comenzado a ganar terreno y empujar contra el arco de Olivera. Estudiantes, con oficio, respondió administrando la pelota, generando sus propias llegadas y sosteniendo el plan que Iván Delfino había diseñado para resistir los enviones del rival.

La expulsión de Federico Recalde en el aurinegro cambió el pulso del partido. Con un hombre de más, el conjunto cordobés aprovechó su momento: Agustín Morales, ingresado desde el banco, definió con un remate firme dentro del área para establecer la igualdad definitiva. Ese gol no solo silenció el estadio, sino que liquidó la serie y encendió la fiesta visitante, que veía cada vez más cerca el ascenso.
El final tuvo un capítulo aparte. Los disturbios en la tribuna local obligaron a detener el encuentro cuando todavía restaban disputarse los minutos adicionados. Facundo Tello decidió terminar el partido sin reanudación, en medio de un clima tenso y con el campo de juego invadido. Nada opacó la alegría de Estudiantes, que después de un camino duro, una definición sufrida y una serie que manejó con inteligencia, concretó su regreso a Primera División para volver a codearse con los grandes del fútbol argentino.

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